El Omega 3 y nuestro estado de ánimo

Jesus L. Rodriguez

En numerosas ocasiones hemos hablado sobre las diferentes grasas que existen, y como algunas son saludables mientras que otras nos perjudican si son consumidas en exceso. Es importante también entender las funciones que estas tienen en nuestro organismo, las mismas cumplen una infinidad de tareas en nuestro entorno celular, por lo que resulta necesario su consumo exógeno (a través de los alimentos).

Hoy vamos a hablar sobre uno de los beneficios del omega 3, una de las grasas buenas. Como ya hemos mencionado en otras ocasiones, este ácido es fundamenal para el ser humano y no puede ser sintetizado por la persona misma, por lo que debe consumirse a través de los alimentos. Además, el mismo se encuentra íntimamente relacionado con nuestro estado de ánimo.

Según un estudio del Instituto de Neurobiología Mediterráneo de Francia, se comprobó que las carencias nutricionales en omega-3 podrían afectar la estabilidad emocional. El estudio se hizo con ratones, se demostró que las que habían tenido una dieta baja en omega-3 durante la gestación y alimentaron a sus crías con las mismas carencias nutricionales, se encontraban con que sus crías tenían conductas con aumento de la ansiedad y depresión, al contrario que los ratones bien alimentados.

Además, la analizar el tejido cerebral de los que tenían carencias, se observó que faltaban conexiones cerebrales en dos regiones del mismo. Regiones que se encuentran implicadas en la conducta emocional y los trastornos del estado de ánimo.

Por tanto, una vez más resaltamos la importancia de mantener una dieta saludable que contenga todos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita, entre ellos, el Omega 3.

  1. Alivio y prevención del dolor y de la inflamación. Los ácidos grasos Omega 3 que se pueden obtener de los pescados azules tienen un efecto muy positivo en la respuesta inmune del cuerpo. Estos Omega 3 regulan el ciclo inmune del cuerpo, lo cual previene y alivia numerosas condiciones como la artritis, la cistitis, la prostatitis y otras enfermedades inflamatorias (sin embargo, hasta ahora no se ha probado que tengan algún efecto sobre la «mamitis», la «hijitis», o enfermedades relacionadas).
  2. Mejor función del cerebro y mayor inteligencia. Ésta me encanta 😉 Sip, comer las grasas adecuadas te puede hacer más inteligente. De hecho, las mamás embarazadas o que amamantan pueden influenciar positivamente la inteligencia de sus bebés si comen alimentos ricos en Omega 3. Sin embargo, si ya creciste no todo está perdido: consumir Omega 3 mejora la memoria, el razonamiento y la concentración.
  3. Mejora el humor y previene la depresión. En varios estudios se ha encontrado que un mayor consumo de Omega 3 alivia los síntomas de la depresión y de la psicosis y el trastorno bipolar (hombres: ya saben qué darle a sus mujeres cuando estén «en esos días» ;).
  4. Salud cardiovascular mejorada. Los ácidos grasos Omega 3 contenidos en el aceite de pescado también ayudan a optimizar la salud del corazón y las miles de venas y arterias que componen el sistema cardiovascular. Estas grasas saludables ayudan a bajar el colesterol, los triglicéridos, los LDL (colesterol «malo»), y la presión arterial, y aumentan al mismo tiempo los HDL (colesterol «bueno»).
  5. Quema aumentada de grasas. ¡SÍ! Los Omega 3 te ayudan a deshacerte de esa grasa desagradable que parece no querer despegarse de tus muslos y que cubre tus abdominales. Los Omega 3 ayudan a que el cuerpo responda mejor a la hormona llamada Leptina. Quienes siguen mi blog desde hace tiempo ya saben qué es la Leptina, pero para quienes no lo saben (o no lo recuerdan), la Leptina es la súper hormona reguladora de la utilización de grasa en el cuerpo: aumenta el metabolismo aumentando la función de la tiroides, y le indica al cerebro que suprima el apetito, lo cual ayuda a comer menos y a usar la grasa almacenada como energía. Los Omega 3 mejoran la respuesta a la leptina, lo cual mejora el control del apetito y aumenta el metabolismo. Además, los Omega 3 estabilizan los niveles de azúcar en la sangre, lo cual también ayuda a controlar las porciones.
Todos estos consejos son solo orientativos y los pacientes con problemas de nutricion deben consultar a un nutricionista o dietista titulado para recibir las indicaciones dietéticas más adecuadas en cada caso. No inicie ninguna dieta no convencional sin consultar previamente con un profesional de la salud.

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