El consumo de un suplemento de hierro durante el embarazo incrementa el riesgo de parto prematuro y de bajo peso.
Durante el embarazo, el consumo de hierro es de vital importancia para la mujer y su bebé, pues una carencia importante de este elemento podría aumentar los riesgos de mortalidad en el posparto.
La anemia es, en algunos casos, un síntoma asociado a otra enfermedad, y aunque no representa un peligro importante, cuando afecta a una mujer embarazada, el riesgo de mortalidad materna posparto aumenta significativamente.
El hierro se combina con el oxígeno para producir la hemoglobina, una proteína que se encarga de transportar el oxígeno que llega a nuestros pulmones hasta todas las células del organismo, y mioglobina, otra proteína que conduce este oxígeno hasta los músculos. Además, interviene en la síntesis del colágeno, una proteína indispensable para el desarrollo de los huesos, cartílagos y tejidos conectivos.
Durante el embarazo, el hierro presente en el torrente sanguíneo de la madre, se utiliza también para incrementar el volumen de sangre, que aumenta durante la gestación en un 50 por ciento. El resto es utilizado por la placenta y el feto para su desarrollo.
La mayoría de veces la concentración de hemoglobina baja de los 11 g/dl y muchos profesionales consideran esta disminución como una anemia suplementando la alimentación de las embarazadas con hierro.
La realidad es que este suplemento consigue aumentar los niveles de hierro (que es lo que se busca), pero según los niveles de hemoglobina a los que se llegue se incrementa el riesgo de que el parto sea prematuro y de que el bebé nazca con bajo peso.
En otras palabras, el suplemento de hierro que se da a muchas embarazadas casi por protocolo está contraindicado la mayoría de veces.
El embarazo produce diversos cambios en la mujer que deben ser tenidos en cuenta. El volumen del plasma sanguíneo aumenta produciendo hemodilución (hay más líquido y la sangre queda más fluida, menos densa, para poder pasar más fácilmente a la placenta y viceversa).
Al producirse este fenómeno en los análisis sanguíneos se aprecia una bajada de hemoglobina pese a que en realidad hay más hemoglobina. Es decir, la mujer tiene más hemoglobina que antes de estar embarazada, pero al aumentar el volumen del plasma hay una menor concentración (con lo cual el valor de los análisis no es del todo cierto).
Las necesidades de hierro en el embarazo aumentan de 1-2,5 mg/día al principio hasta 6,5 mg al final del embarazo. Esto puede hacer pensar que necesitan ingerir más cantidad de hierro, sin embargo una dieta equilibrada es suficiente puesto que este aumento de requerimientos se compensa con una mayor capacidad de absorción del hierro. A las 12 semanas de gestación la capacidad de absorción aumenta hasta un 7% y en la semana 36 llega a un increíble 66%.
Con toda esta información podemos deducir que la suplementación no es necesaria. Pero vamos más allá, porque no sólo no es necesaria, sino que se ha evidenciado que las mujeres con niveles más altos de hemoglobina tienen más partos prematuros y sus bebés nacen con peso más bajo.