Dieta cetogénica para epilepsia

Jesus L. Rodriguez

Dieta cetogénica para epilepsia

Dieta cetogénica para epilepsia. La dieta cetógena es un tipo de alimentación que ha sido reconocida como tratamiento de la afección; está indicada para los niños con epilepsia no controlada, pero algunos adultos que la han llevado a la práctica consiguieron reducir los episodios de crisis.

La dieta cetogénica es una alimentación rica en grasas, pero con cantidades controladas de hidratos de carbono y proteínas con el fin de que en la sangre se acumulen una mayor cantidad de cetonas. Otro rasgo de la dieta cetogénica es el control rígido de la ingesta de líquidos.

No cualquiera puede realizar esta alimentación, la dieta cetogénica siempre tiene que ser indicada y supervisada por un médico. Para que sea efectiva los alimentos han de ser pesados, y las calorías como las cantidades de líquidos son controlados.

Las comidas son ricas en grasas, se come muy pocas proteínas y casi nada de hidratos de carbono. Para comenzar con la dieta, la persona ha de hacer un ayuno controlado por el médico, para seguidamente comenzar con los cambios alimenticios.

La dieta cetogénica puede tener efectos secundarios:

  •     Freno en el crecimiento
  •     Déficit de vitaminas
  •     Carencia de calcio
  •     Deshidratación
  •     Estreñimiento
  •     Colesterol
  •     Cálculos renales

Por tanto es un tipo de alimentación no recordable para todas las personas, no se la puede emplear en niños menores de un año y en niños con enfermedades metabólicas.

¿Cómo funciona?

Pese a que no se sabe exactamente el mecanismo que produce la disminución de las crisis epilépticas, conviene repasar algunas nociones para entender los fundamentos de la dieta cetogénica. En primer lugar, es importante tener en cuenta que en circunstancias normales, los alimentos que ingerimos aportan hidratos de carbono, grasas y proteínas, que son los principales “combustibles” del organismo; los carbohidratos son utilizados de manera preferencial, porque están fácilmente disponibles y el cuerpo los puede metabolizar en forma rápida para obtener energía. El papel principal de la grasa, por el contrario, es el de almacenar energía; de hecho, sólo cuando no existen suficientes carbohidratos, el cuerpo convierte las grasas almacenadas y las aprovecha como energía. El tercer combustible, las proteínas, sirven principalmente para construir y reemplazar las materias corporales.
De esta forma, en una alimentación típica del mundo occidental, el aporte de los tres nutrientes debería ser de alrededor de 5 a 15% de proteínas, 10 a 20% de grasas y 65 a 85% de carbohidratos. “En la dieta cetogénica, la proporción de las grasas se incrementa de manera significativa y la de carbohidratos disminuye en forma exponencial. Esto imita el estado de ayuno y, al metabolizar las grasas, se produce acidosis y cuerpos cetónicos, que al parecer jugarían un rol en la mejoría de algunos pacientes; sin embargo, todavía no hay ninguna hipótesis comprobada”.

¿Quiénes pueden beneficiarse?

Antes de indicar una dieta cetogénica es necesario realizar un estudio acucioso del paciente para comprobar que se está en presencia de una epilepsia refractaria y descartar determinadas condiciones que pudieran ser incompatibles con este régimen alimentario. Alrededor de un 30% de las epilepsias son refractarias a tratamientos con fármacos antiepilépticos. “El criterio médico indica que una epilepsia es refractaria cuando se han utilizados distintas combinaciones de medicamentos, sin arrojar resultados positivos. Por otra parte, si el niño tampoco es susceptible de ser sometido a una intervención quirúrgica, la dieta cetogénica aparece como la alternativa más acertada. Finalmente, existen ciertas enfermedades específicas, de tipo metabólico, donde la dieta cetogénica es el tratamiento de elección para controlar las crisis”, puntualiza la doctora López.
En ese escenario, un médico nutriólogo debe confeccionar un régimen alimentario acorde a las propias condiciones del paciente (peso, edad, altura, actividad física, etc.). Luego, la dieta comienza con una hospitalización de alrededor de cinco días, tiempo durante el cual se realizan una serie de exámenes y se induce un estadio de cetosis (mediante un período de ayuno). Finalmente se va introduciendo en forma paulatina la dieta. Aquí es importante que los padres aprendan bien cómo seguir los estrictos protocolos, cuáles son los alimentos que están permitidos y cómo es la forma correcta de combinarlos.
“La dieta cetogénica ofrece resultados buenos en el grupo de niños refractarios, de hecho, diversos estudios muestran que uno de cada tres pacientes tratados con ella reducen sus crisis en 90% o más, y uno de cada dos, en un 50% o más”, destaca la neuróloga infantil.
Es relevante destacar que quienes responden favorablemente, lo hacen en un lapso corto de tiempo. “Se estima que el 70% de los pacientes que se ven beneficiados responden dentro de las dos primeras semanas; sin embargo, se considera que un tiempo razonable de prueba es de a lo menos tres meses”, agrega la doctora López.
La duración del tratamiento depende de cada caso en particular, pero en un gran porcentaje de los casos se extiende por tres o más años, luego de los cuales el aporte de grasas se va disminuyendo en forma progresiva (a medida que se evalúa la respuesta del paciente)..

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