La respiración de fuego es rápida, rítmica y continua. Nos sentamos erguidos y ponemos las manos en posición de rezo, palma con palma, los ojos entrecerrados, llevamos la mirada y la concentración al entrecejo.
La inhalación y la exhalación se realiza por las fosas nasales, sin pausa entre ellas. Se debe impulsar el aire desde el ombligo y el plexo solar. Para vaciar el aire debemos hacerlo poderosamente llevando el ombligo y el plexo solar hacia la columna, contrayendo el diafragma rápidamente.
Para inhalar naturalmente se relajan los músculos abdominales superiores, el diafragma se extiende hacia abajo y el aire entra fluidamente.
Tenemos que vigilar en no tener rigidez ni en la cara, ni las manos, pies o abdomen.
Beneficios:
- Libera toxinas de los pulmones, membranas mucosas, venas y otras células.
- Expande la capacidad pulmonar e incrementa la fuerza vital.
- Fortalece el sistema nervioso.
- Repara el equilibrio entre el sistema nervioso simpático y el parasimpático.
- Fortalece el chakra umbilical.
- Incrementa la resistencia física.
- Reduce los impulsos adictivos a drogas, tabaco y malos alimentos.
- Incrementa el reparto de oxígeno al cerebro.
- Estimula el sistema inmunológico.
- Fomenta la sincronización de los bioritmos de los sistemas del cuerpo.
Todos pueden practicar esta respiración, menos las embarazadas y las mujeres en los días de la menstruación.
Hasta pronto…
“Aprender sin reflexionar es malgastar la energía.” Confucio