Síntomas de la ansiedad generalizada

Jesus L. Rodriguez

Síntomas de la ansiedad generalizada

El desorden de ansiedad generalizada es una condición médica que afecta a muchas personas en todo el mundo. Los síntomas de la ansiedad generalizada son bastantes. Normalmente el paciente se estresa, se preocupa, se obsesiona, y siente que no entiende bien lo que pasará en su futuro, además de sentir que solo él o ella se siente así y no puede escapar de esta situación.

Estos síntomas son los más conocidos pero también hay otros físicos que se presentan por los niveles de estrés que se producen con esta condición, como por ejemplo, problemas para respirar, tensión muscular, dolores en todo el cuerpo, fatiga, temblores, insomnio, irritabilidad, perdida de la memoria, dificultad para concentrarse y confusión.

Síntomas

El síntoma principal es la incapacidad para relajarse. La persona se siente tensa, asustada, se sobresalta por cualquier cosa, se siente inestable y débil. Puede sentir síntomas físicos de ansiedad, como manos sudorosas, palpitaciones, sensación de falta de aire, deseo urgente de orinar, náuseas, diarrea, o sensación de mareo o de estar a punto de desmayarse (aunque solo un 3,4% llega a desmayarse realmente).

A nivel cognitivo, el síntoma más común consiste en los problemas de concentración que experimentan, así como la incapacidad para controlar su pensamiento, la confusión o la incapacidad para recordar cosas importantes.

También es común que se den diversos miedos, como miedo a perder el control, miedo a ser rechazados, miedo a ser atacado o miedo a morir.

Además, se producen también dificultades para comunicarse, de manera que pueden hablar con frases desconectadas o interrumpidas, o bien bloquearse al hablar.

¿Cuál es la causa de la ansiedad generalizada?

Más que una causa, existen, por un lado, una serie de factores que predisponen a este trastorno y uno o varios que lo precipitan, es decir, que actúan como el desencadenante del trastorno en una persona predispuesta.

Los factores que predisponen a este trastorno pueden ser los siguientes:

  • Factores hereditarios
  • Enfermedades físicas que den lugar a trastornos neuroquímicos, como el hipertiroidismo.
  • Experiencias personales que han impedido desarrollar mecanismos adecuados para afrontar el estrés.
  • Patrones de pensamiento inadecuados, como metas poco realistas, o valores o imperativos contraproducentes aprendidos de otras personas importantes, como pueden ser los padres.

Los factores precipitantes también suelen ser diversos, aunque la mayoría de ellos están relacionados con el estrés:

1. Aumento de las demandas, tanto internas como externas. Así, una persona puede tener grandes expectativas o alta auto-exigencia en algo, o bien puede darse un aumento de las responsabilidades en su vida. Esto puede hacer que se sienta más preocupada por la posibilidad de fracasar. Si, además, considera que su valor como persona depende en gran medida de su nivel de rendimiento, esa amenaza de fracaso se verá aumentada. Por ejemplo, un ascenso en el trabajo a un puesto de mucha responsabilidad, el nacimiento de un nuevo hijo, etc.

2. Acontecimientos estresantes que hacen disminuir la confianza. Por ejemplo, una persona es despedida de su trabajo y rechazada para varios puestos a los que intenta optar después, y esto le lleva a plantearse si realmente es una persona incompetente y preocuparse por la posibilidad de no poder salir adelante.

3. Aumento de las amenazas. Es decir, la vida de una persona puede cambiar a una situación que plantea una seria amenaza. Por ejemplo, la llegada de un nuevo jefe cuyo comportamiento es hostil y abusivo, o que un hijo enferme con alguna enfermedad grave, llevando a su madre estar preocupada por no poder cuidarlo adecuadamente.

4. Una situación estresante que afecta a alguna vulnerabilidad individual. Por ejemplo, cuando una persona independiente y autónoma se ve obligada a rendir cuentas de todo lo que hace.

Sin embargo, no hay que olvidar que estos factores precipitantes no actúan solos, sino que lo más frecuente es que se trate de personas con ciertos sentimientos de inadecuación, dudas o miedos. Por ejemplo, la madre que se siente crónicamente ansiosa tras el nacimiento de su hijo probablemente ya ha experimentado sentimientos de inadecuación o dudas sobre su capacidad mucho antes de quedarse embarazada y tal vez durante toda su vida. Sin embargo, el nacimiento del niño es el factor que acaba precipitando el trastorno de ansiedad generalizada.

Por tanto, en la mayoría de los casos, la ansiedad suele ser una extensión de problemas que estas personas han estado experimentando durante toda su vida.

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