Problemas del azúcar blanca o refinada. El contenido nutricional del azúcar aporta unn 99% de sacarosa
y aporta 4 kilocalorías por gramo, es un producto refinado que no consigue nutrir a las células y que no aporta ni vitaminas, ni minerales; se le puede considerar un antinutriente, además existen otros alimentos edulcorantes mucho más saludables, como la stevia, el sirope de arce o la miel.
Entre los problemas dietoterápicos destacan un desequilibrio nutritivo. Para su correcta asimilación necesita utilizar vitaminas del grupo B (B1 y B2) y minerales como el calcio, lo que conlleva una carencia de las mismas, por lo que un consumo excesivo de azúcar blanco; esto supone una carencia de dichas vitaminas, pudiendo provocar fatiga crónica.
El azúcar refinada es un alimento acidificante por lo que el organismo tiene que neutralizar recurriendo a las bases alcalinas como el calcio, extrayendo las reservas de calcio principalmente de los huesos.; es preciso decir que el calcio contenido en el azúcar es totalmente nulo.
Una dieta rica en azúcar refinada puede perjudicar el crecimiento en la infancia y provocar descalcificación en todas las etapas de la vida, además altera el sistema nervioso, debido al aumento de glucosa en el torrente sanguíneo y al déficit de vitaminas B1 y B2
Produce alteraciones de conducta como la hiperactividad, favorece el aumento de triglicéridos en sangre y altera la flora intestinal, así como un desequilibrio glucémico.
El consumo excesivo de azúcar refinada, junto con una dieta pobre en fibra, vegetales, frutas y cereales integrales, favorece el riesgo de padecer procesos cancerosos, cálculos biliares, diabetes, Enfermedad de Crohn, infecciones por Cándida Albicans entre otras enfermedades.
Calorías ocultas. Como te decíamos, el azúcar oculto en muchos alimentos puede ser el causante, sin que lo sepas, de tu sobrepeso y otros problemas de salud. ¿Dónde se esconde? En la bollería industrial, las conservas, zumos envasados, refrescos, pan de molde o de hamburguesas, biscotes, embutidos, salsas envasadas, platos precocinados, productos lácteos, salmón ahumado, productos light… la lista es tan larga que tu única defensa es leer bien las etiquetas antes de echar a tu cesta un producto.
Perjudica a tu belleza. Según los expertos, el consumo excesivo de glucosa deteriora el colágeno y acelera el envejecimiento de los tejidos. Por un proceso llamado glicación, el exceso de glucosa presente en el organismo transforma el colágeno, que se vuelve más rígido, provocando la flaccidez y descolgamiento de la piel.
Te resta nutrientes. Como explica Luisa Martín Rueda, para su asimilación, el azúcar blanco debe sustraer al organismo vitaminas del grupo B, calcio y diversas sustancias vitales que ayudan a completar el proceso. También se ha comprobado que las personas que consumen mucho azúcar comen de forma más deficiente y no ingieren todos los nutrientes necesarios a través de otros alimentos.
Metabolismo lento. El proceso de desmineralización y pérdida de vitaminas disminuye la capacidad de absorción de nutrientes y enlentece el metabolismo, lo que provoca fatiga, falta de energía, caída del cabello, problemas digestivos y hasta depresión.
Debilita tus órganos. Un exceso de dulce debilita el páncreas y el bazo, lo que provoca un estado de baja energía renal y desmineralización que puede ocasionar nerviosismo, problemas de sueño o dolores de cabeza.
Problemas dentales. El alto consumo de azúcar está directamente relacionado con la caries dental, que puede perjudica la calidad de vida desde la infancia.
Picos de insulina. Cuando ingerimos azúcar refinado éste entra de un modo muy rápido en el torrente sanguíneo, provocando que el páncreas segregue una gran cantidad de insulina para poder transportarlo a los órganos. Al no poder almacenarlo, esta glucosa se convierte en reservas de grasa. Este proceso no sólo nos hace aumentar de peso sino que nos produce una situación de hipoglucemia ante la que el cuerpo reacciona pidiendo más azúcar. De ahí el efecto adictivo del azúcar.
Estrés pancreático. El proceso que te hemos descrito en el punto anterior somete al páncreas a un estado de estrés que hace que se debilite y sea menos eficiente, impidiendo a corto plazo una buena asimilación de los alimentos y, a largo plazo, una situación de diabetes.