¿Te has preguntado por qué los productos panificados son de los primeros en ser eliminados o reducidos de nuestra dieta en muchos tratamientos médicos y en la mayoría de las dietas para adelgazar? Asimismo, ¿por qué los alimentos integrales son cada vez más populares? Pues la explicación puede estar en la forma en que se procesan. Por ello veremos cuál es mejor, si la harina refinada o la harina integral.
Harina blanca
Esta variedad de harina ha sido prácticamente la única utilizada comercialmente hasta hace poco tiempo. La preferencia por ella radica en que, al ser altamente procesada se obtienen un polvo muy fino y de un color blanco puro, por lo que permite elaborar alimentos con texturas más agradables y esponjosas. Pero, aparte de esto, pocos son los beneficios que brinda la harina blanca.
¿Por qué? Por el simple hecho de que no se produce a partir del trigo propiamente dicho, sino únicamente en base a una parte de él, el endoesperma, dejando de lado tanto el salvado como el germen de trigo, que son las partes más nutritivas de este cereal. Como resultado, la harina blanca contiene principalmente almidón (un carbohidrato) y algunas proteínas y vitaminas, así como un contenido energético bastante elevado.
Pero, además de carecer de contenidos nutricionales importantes, la harina blanca es “enriquecida” con distintos tipos de productos para mejorar sus consistencia, durabilidad o sabor, logrando un producto final con pocos rastros naturales y del trigo del que surgió.
Además, el hecho de tratarse de una harina muy digerible hace que el organismo transforme sus carbohidratos en azúcar muy fácilmente, elevando de la misma forma los niveles de glucosa e incrementando el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, de colesterol o sobrepeso.
Harina integral
En cambio, la harina integral utiliza todo el grano para su elaboración, por lo que además de carbohidratos y proteínas, también tiene ricos contenidos en antioxidantes, vitamina B, grasas saludables, minerales y fibra principalmente. Esto permite que la harina integral sea digerida lentamente, acrecentando la sensación de saciedad (lo que es bueno para cuidar el peso) y repercutiendo de menor forma en los niveles de glucosa.
Inclusive, según el análisis de varias investigaciones norteamericanas sobre los beneficios de la harina integral, los granos integrales y sus subproductos tendrían la posibilidad de reducir hasta en un 21% el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares con el solo hecho de consumir 2,5 porciones diarias de granos enteros.
Luego de haber leído esto, supongo que no debo decirte qué tipo de harina es más conveniente para la salud. Si lo que te preocupa es su aplicación en las recetas que usualmente realizas con harina refinada, eso no es problema, ya que la harina de granos integrales la sustituye perfectamente en panes más saludables.