La menopausia y el sueño

Jesus L. Rodriguez

La menopausia y el sueño

La menopausia es una etapa especial en la vida de toda mujer. El final de la menstruación y la disminución en los niveles de estrógenos hacen que las mujeres vivan una revolución hormonal cuando llegan a cierta edad.

Entre todos los síntomas de la menopausia, quizás los más característicos sean los sofocos o calores que generalmente ocurren a la noche. Ante esta situación, más del 40% de las mujeres tienen serias dificultades para conciliar el sueño cada noche. Y si a ello le sumamos los dolores de cabeza, mareos y cambios de ánimo repentinos el panorama puede tornarse aun más complicado con la falta de sueño.

¿Qué puedes hacer para mejorar la calidad de tu sueño durante la menopausia? Te lo contamos a continuación.

Los motivos por los que la menopausia puede contribuir a la aparición de insomnio son:

–       Síntomas vasomotores: entre un 50-70% de las mujeres presentan sofocos y calores nocturnos durante la transición menopáusica, asociados a la disminución de los niveles de estrógenos. Se presentan frecuentes despertares nocturnos debido a la repentina sensación de calor y sudoración, acompañado de palpitaciones.

–       El estrés y/o depresión, ansiedad, temores y otros factores emocionales que pueden presentarse en esta etapa de la vida.

Atendiendo a la naturaleza de los problemas con el sueño, los tipos de insomnio son:

–       De conciliación: dificultad para quedarse dormido

–       De mantenimiento: se producen frecuentes despertares durante el sueño. Algunas otras enfermedades, como la artritis y la artrosis, pueden también afectar al sueño.

–       Despertar precoz: el último despertar se produce como mínimo dos horas antes de lo habitual.

–       Sueño de mala calidad: la mujer duerme una cantidad de tiempo considerada normal, pero el sueño no es reparador.

Para poder realizar un diagnóstico de insomnio, es necesario que, además de las dificultades para dormir referidas anteriormente, se den una serie de consecuencias durante el día siguiente, tales como cansancio y fatiga, somnolencia excesiva, irritabilidad, mal humor, disminución de la atención y concentración y dificultades de memoria.

El tratamiento para el insomnio puede ser de dos tipos:

–       Medidas no farmacológicas, entre las que destacan:

  • Psicoeducación: proporcionar al paciente información sobre el sueño y sus trastornos: explicarles cómo varía el sueño durante las diferentes etapas de la vida, indicarles en qué situaciones son comunes los trastornos del sueño (estrés, enfermedades…) y tranquilizarles para que no se agrave el problema.
  • Medidas de higiene del sueño: hábitos que deben ser incorporados al estilo de vida, tales como evitar la cafeína, la nicotina y el alcohol, crear un ambiente cómodo y acogedor en la habitación (evitando las temperaturas extremas), mantener horarios de sueño regulares (incluso los fines de semana), evitar alimentos condimentados o copiosos por las noches o evitar realizar ejercicio físico al menos 3 horas antes de acostarse (ya que el ejercicio aumenta el nivel de alerta y sube la temperatura corporal).

–       Medidas farmacológicas:

  • Terapia hormonal sustitutiva: mejora los síntomas vasomotores y las funciones del sistema nervioso central.
  • Melatonina: se ha demostrado la eficacia de entre 3 y 9 mg. de melatonina para algunos tipos de insomnio.
  • Farma hipnóticos: tratamiento de última elección, cuando ninguna de las medidas anteriores han surtido efecto.
  • Otros. El uso de isoflavonas de soja, el trébol rojo o la combinación de ambos reduce considerablemente los sofocos en la menopausia y a su vez el trastorno del sueño. También puede ser necesario ayuda psicológica (que le ayude a enfocar de otra forma los problemas personales o familiares y laborales que le impidan dormir bien).
  • La acupuntura, el shiatsu, los masajes y el yoga pueden ayudar a algunas mujeres a sertirse más estables y relajadas, y por tanto pueden favorecer el sueño.

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