La campaña de vacunación de la gripe acaba de comenzar con un objetivo fundamental: conseguir que la tasa de inmunización aumente, especialmente entre los mayores de 65 años. El año pasado, la cobertura de este grupo de población se situó en el 56,9%, frente al 65,7% en 2009-2010.
Hace una década, los responsables sanitarios se frotaban las manos y confiaban en que España alcanzase la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de llegar al 75% de las personas con edad avanzada hacia el año 2010.
Año tras año, el porcentaje de individuos aumentaba y la meta parecía al alcance de la mano. Incluso se sobrepasó el 70%. Hasta que llegó la temporada 2010-2011, en la que ni siquiera se superó la barrera del 60%. ¿Qué ha pasado?
El Ministerio de Sanidad se ha encargado de recordar que la gripe sigue siendo la misma y que sus complicaciones pueden ser especialmente graves para los ancianos, los enfermos con determinadas patologías (cardiacas, respiratorias, diabetes…) y las embarazadas, entre otros. La infección no fue especialmente agresiva el año pasado, pero es imposible prever si la gripe que viene será más maligna.
Los responsables ministeriales, así como los médicos y las enfermeras de las instituciones sanitarias, han seguido promoviendo la inmunización de los colectivos más vulnerables y achacan el descenso de la vacunación a las reticencias de los interesados.
Ramón Cisterna, coordinador del Grupo de Estudio de la Gripe, considera «inaceptable» la cifra de vacunación de la temporada pasada y echa la culpa al estado de alarma que se generó en torno a la gripe A. «La gente pensó: si finalmente la A no fue lo que se esperaba, la estacional todavía menos», estima este médico. «Eso es falso», añade. «El virus es impredecible y conviene estar preparados». Máxime cuando se dispone de un producto «seguro, sencillo y barato», como son las vacunas.
En el momento en el que la pandemia de gripe A estaba en su punto más álgido, los productos diseñados para frenarla suscitaron recelos en la sociedad y entre los propios profesionales sanitarios. «Se dijeron muchas cosas que llevaron a pensar que la vacuna de la gripe no es segura y que no merece la pena sufrir sus efectos secundarios para conseguir el beneficio que aporta», recuerda Cisterna.
En opinión de Rafael Casquero Ruiz, coordinador del Centro de Salud Las Cortes de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), se ha olvidado «la alta mortalidad de la gripe antes de la generalización de la vacuna». Cree que la mayoría de la población acepta la inmunización, pero aún hay gente «que piensa que puede ser perjudicial o que no es eficaz».
En cuanto al perfil de quienes son más reticentes a vacunarse, Casquero cita a ciertas «personas ‘modernas’, de ideas un poco radicales que se niegan a todo tipo de vacunas». Hay otro grupo de «gente joven y de mediana edad que se ven sanos y no creen que deban vacunarse«, agrega.