El reto es consumir más y más frutas cada vez. A los consejos para consumir más frutas que publicamos hace pocos días, sumamos hoy algunas ideas apropiadas para cada una de las principales comidas. ¿Las quieres conocer?
En el desayuno: los cereales con plátanos o melocotones y arándanos. Se pueden añadir a los panqueques, o consumirlas como bebida, es decir 100% como zumo. Otra opción, es una mezcla de fruta fresca con yogur natural sin grasa o bajo en grasa.
En el almuerzo; llévate una mandarina, unos plátanos o unas ricas uvas; de lo contrario si no te decides, prepara una rica ensalada de frutas. Contenedores individuales con frutas frescas peladas como melocotones o compotas son cómodos y prácticos.
En la cena; agrega puré de piña a la ensalada de col, o incluye secciones de naranja o de uva en una ensalada mixta. Prepara una ensalada waldorf, con manzanas, apio, nueces y un aderezo bajo en calorías.
Para algún menú muy especial: prueba los platos con carnes que incorporan frutas, como pollo con albaricoques o mangos. Agrega frutas como ananá o duraznos a los brochettes como parte de una barbacoa.
Por último: para el postre, manzanas asadas, peras, o una riquísima ensalada de frutas acompañada de helado o nata montada con azúcar.
Por ello, la recomendación es consumir muchas verduras y frutas diferentes, porque ninguna fruta o verdura ofrece por sí sola, todos los tipos de antioxidantes que debe aportar una dieta variada.
Aunque hay alimentos que puedan contener los cuatro tipos de antioxidantes que son las vitaminas A, C y E, los minerales como el selenio o el zinc, los carotenoides y los polifenoles, la familia que forman éstos últimos (carotenoides y polifenoles) es tan amplia que la mejor manera de asegurarnos su ingesta y proteger nuestra salud es consumir muchas y diferentes verduras. Un método por el nos podemos guiar es el de combinar colores.
Los polifenoles abundan en los vegetales de colores vivos en la gama que va del amarillo al rojo oscuro y se encuentran generalmente en la cáscara y piel de las frutas. Posiblemente, entre los más conocidos se encuentre las antocianinas, las flavonas y el resveratrol.
Las antocianinas son responsables del color rojo, azul y violáceo de los frutos rojos como las cerezas, las moras o las grosellas. Las flavonas se encargan de dotar de color amarillo a todas las frutas en las que están presentes como el limón o el plátano. El resveratrol está sobre todo presente en la piel y en las pepitas de la uva negra y por tanto en el vino tinto.
El color indica también el tipo de antioxidante que hay en cada alimento. Los carotenoides lucen colores entre el naranja, rojo y verde. Tres colores que podemos encontrar al mismo tiempo en los pimientos, cuando están mudando del verde al rojo. Pero posiblemente las zanahorias, calabazas, y por supuesto, en las naranjas, sean los mejores ejemplos de carotenoides.
Dentro de esta familia de antioxidantes, se encuentra el licopeno que da color a tomates y sandías y la clorofila que dota de color verde, a espinacas, acelgas, lechugas, etc. El color es una manera rápida y fácil de reconocer si un vegetal es rico en antioxidantes. A más color, más antioxidantes.
Por ejemplo, los cogollos, es decir las hojas interiores y de color más claro de las verduras, tienen menos antioxidantes, que las hojas exteriores, más oscuras y que normalmente se desechan. Las hojas oscuras de las lechuga romana contienen casi diez veces más luteína, un antioxidante que forma parte de los carotenoides y que favorece especialmente a los ojos, que las hojas claras de la lechuga iceberg.