Todas las carnes están englobadas dentro de los alimentos proteicos y nos proporcionan entre un 15 y 20% de proteínas, que son consideradas de muy buena calidad ya que proporcionan todos los aminoácidos esenciales necesarios. Cuanta más cantidad de grasa tenga una carne, menor contenido de agua tiene.
Las carnes son importantes porque:
Son la mejor fuente de hierro y vitaminaB 12.Aportan entre un 10 y un 20% de grasa (la mayor parte de ella es saturada), tienen escasa cantidad de carbohidratos y el contenido en agua oscila entre un 50 y 80%.Además nos aportan vitaminas del grupo B, zinc y fósforo.
Ya sabemos todo lo anterior, pero a la hora de elegir ¿Cual es la mas saludable? Para responder esta pregunta debes analizar tu organismo y deducir cuales son las mas adecuadas a tu organismo. Aquí te presento una idea de las carnes mas saludables:
Una de las cosas a tener en cuenta es que la carne es más roja, cuanto más hierro contiene. Por lo tanto, las rojas – como las de ternera, cerdo, cordero o caballo – son más adecuadas para personas con problemas de anemia. A pesar de ello, diversos estudios médicos han demostrado que priorizar las carnes blancas es positivo para mejorar la calidad y la esperanza de vida.
Hay que tener en cuenta que las carnes rojas aportan más grasas saturadas, cuyo elevado consumo se ha asociado a aumentos en los niveles de colesterol, mayor riesgo cardiovascular y algunos tipos de cáncer. Por lo tanto, es recomendable escoger la carne más magra, y retirar la grasa antes de cocinarla.
De todos modos, hay que reconocer que no todas las carnes rojas tienen mucha grasa. Son más recomendables el solomillo o lomo de cerdo, el redondo de ternera, o la paletilla de cordero.
Finalmente, hay que decir que los expertos en nutrición recomiendan consumir de tres a cuatro raciones semanales de carnes, con prioridad de las piezas magras.
Algunas carnes son más aconsejables que otras
En el ámbito científico y sanitario existe una opinión unánime al respecto de la carne: es mejor priorizar el consumo de carnes magras. El estudio más sólido publicado hasta la fecha sobre dieta mediterránea confirma este particular: el grupo asignado a la dieta mediterránea, que consumió menos carne roja, presentó un menor riesgo cardiovascular. Pese a que los beneficios de la dieta mediterránea son atribuibles a una variedad de factores, diversos estudios rigurosos (como un seguimiento de 10 años de más de medio millón de personas) han observado que priorizar las carnes blancas es positivo para mejorar la calidad y la esperanza de vida.
Los expertos ofrecen varias explicaciones para ello. La más común es que aportan más grasas saturadas, un tipo de grasas sólidas a temperatura ambiente y cuyo elevado consumo se ha asociado a aumentos en los niveles de colesterol, mayor riesgo cardiovascular y algunos tipos de cáncer. Es por ello que resulta importante escoger cortes magros de carne y retirar la grasa visible antes de cocinar el alimento. Esto favorecerá nuestra salud y, también, que la carne quede más tierna.
Por otro lado, las carnes rojas presentan un mayor contenido de compuestos potencialmente perjudiciales, tales como aminas heterocíclicas, compuestos N-nitrosos e hidrocarburos aromáticos policíclicos, sustancias que se forman durante su cocción. Su contenido en hierro, pese a que puede prevenir la anemia, se ha asociado a un mayor riesgo de problemas cardíacos probablemente porque es una sustancia oxidante. No está claro por qué el consumo de carne roja se asocia a unos mayores niveles de tensión arterial, aunque hay autores que consideran que es posible que esto se deba a que quien consume mucha carne roja no consume otros alimentos beneficiosos para la tensión arterial (frutas, hortalizas o frutos secos).
¿Cuánta carne se debe consumir?
La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (es conveniente consumir de tres a cuatro raciones semanales de carnes, con prioridad de las piezas magras. Se considera una ración de carne a unos 100-125 g de peso neto (un filete pequeño o un cuarto de pollo o conejo). El consumo de carne en España es muy superior a esta recomendación. También existen recomendaciones concretas sobre el consumo de carne roja, según las cuales el consumo semanal no debería superar los 300-500 gramos.
Los embutidos grasos deben consumirse con moderación, de nuevo según la SENC y la semFYC. Conviene seleccionar los de menor contenido en grasa. Los que más grasa tienen son el salami, la sobrasada, la chistorra, el salchichón, la morcilla, el chorizo o la mortadela, y los que menos grasa presentan son el jamón cocido, el lomo embuchado o el jamón curado (sobre todo si se retira la grasa visible). El elevado consumo de embutidos no es aconsejable no solo por sus grasas sino también por su alto contenido en sal. Tomar mucho embutido puede elevar la tensión arterial y el colesterol y afectar a nuestro sistema cardiovascular a largo plazo.