Muchas veces por falta de tiempo o voluntad de cocinar terminamos comiendo en la calle. Por lo general acudimos a lugares de comida rápida o en donde se preparan alimentos fáciles de comer. En al calle podemos encontrar todo tipo de comidas, accesibles e ideales para nuestra situación. Sin embargo, existen determinados puntos que conviene tener en cuenta si buscamos cuidar de nuestra salud. Hoy te contamos cuáles son.
Primero que nada, es importante tener en cuenta una serie de medidas higiénicas que en muchos lugares no se toman en cuenta y como consecuencia pueden poner nuestra salud en riesgo. Los puestos en donde compramos comida deben cumplir con una serie de requisitos sanitarios. Estos lugares deben ser establecimientos homologados que hayan pasado los diferentes controles de sanidad.
Por otro lado, los alimentos, aunque sean para llevar, deben ser preparados en el momento. Ya que los platos preparados con mucha antelación y sometidos a las inclemencias del tiempo pueden no ser adecuados para ser consumidos. Hay alimentos perecederos que pueden presentar bacterias y microorganismos si no son correctamente refrigerados, lo cual puede afectar nuestra salud.
Por último, también es importante elegir un lugar que tenga cocina propia, de esta forma sabemos si realmente son esas personas las que cocinan los mismos y no los compran en otros lugares, en donde puede que no se cumplan las medidas higiénicas.
Teniendo en cuenta estos puntos podremos consumir alimentos en la calle con mayor seguridad y evitar contraer posibles enfermedades por causa de alimentos en mal estado o contaminados.
A la hora de elegir los platos que componen el menú, deberá evitar aquellos alimentos y salsas excesivamente grasos y la repostería, como rutina de cada día.
No se alarme, existen otras ofertas de acuerdo a nuestro patrón gastronómico, muy apetecibles, más fáciles de digerir y saludables, que se adaptan perfectamente a nuestros gustos y necesidades.
– Verduras: «Algo verde» debe haber en las principales comidas; como ingrediente de primeros platos o bien como guarnición de los segundos.
– Arroz, pasta, patata y legumbre: Generalmente llevan ingredientes de origen animal significativamente grasos (tocino, chorizo, morcilla), en cuyo caso, trate de compensar el resto del menú escogiendo como segundo plato un pescado a la plancha o al horno con guarnición vegetal, o bien, de primer plato ensalada o verdura y de segundo el plato de paella o guiso de patatas o de legumbre o espaguetis con esos ingredientes de origen animal.
– Pan: blanco o integral en función de gustos y necesidades individuales.
– Carnes, pescados y huevos: Procure escoger a menudo las carnes menos grasas (pollo, pavo, conejo, ternera, cinta de lomo…), y las más grasas, no más de dos veces por semana o resérvelas para ocasiones especiales (cordero al chilindrón, costillas de cordero, pollo relleno, etc.). Los expertos en Nutrición recomiendan consumir con igual frecuencia semanal pescado que carne, o al menos incluir entre 3 y 4 raciones de pescado a la semana.
En cuanto a los huevos, es preciso diferenciar cuando éstos se toman como ración proteica o si se toman además de ella. El huevo «duro» en la ensalada, en mayonesas, natillas, rebozados, etc., debe ser tenido en cuenta para no excederse en su consumo.
– Acompañamientos: Con frecuencia ciertos platos incluyen ensaladilla rusa, fritos variados, patatas fritas, longaniza o bacon… Si quiere reducir el contenido graso del menú, puede solicitar que le cambien dichas guarniciones por ensalada, pimientos, salsa de tomate, puré de patata, etc.
– Técnicas culinarias: Procure escoger con mayor frecuencia las menos grasas (salteado, plancha, horno, etc.) Su aparato digestivo se lo agradecerá
– ¿Café o infusión?: En función de la costumbre y de la situación particular de cada uno. Si atraviesa estados emocionales como ansiedad, nerviosismo, estrés…, es preferible que sustituya el café o el té por bebidas más suaves como descafeinado, menta poleo, manzanilla o tila
Si no puede evitar ceder ante un deseo irresistible, sea razonable y no haga más que una concesión por comida compensándolo por otro lado:
– ¿Entrante graso y calórico, tipo ensaladilla rusa o fritos variados?: Tenga el reflejo de escoger pescado a la plancha o al horno acompañado de ensalada o verduras y de postre, fruta fresca.
– ¿Carne o pescado en salsa?: Comience con un plato ligero (sopa o crema o ensalada o verdura) y termine con fruta y una infusión.
– ¿Mousse de chocolate o postres dulces?: Elija un primer plato ligero (ensalada, verdura…), pescado o carne a la plancha o al horno con guarnición vegetal.
Los inconvenientes de comer fuera de casa
Un aporte vitamínico limitado
Según la médica nutricionista Magda Carlas, los menús suelen ser considerablemente energéticos: los platos potentes, como los guisos, rebozados y salsas son más habituales que los sencillos, como los alimentos hervidos o a la plancha, e incluso éstos últimos suelen ser más consistentes que los preparados en casa.
Además, las preparaciones suelen estar generosamente condimentadas con sal, salsas y especias, cuya dosis habitualmente decide el cocinero en lugar del cliente, y que en ocasiones son una forma de camuflar calidades deficientes.
Para la experta, aunque los menús contengan verduras y ensaladas, su aporte vitamínico suele ser escaso, porque son platos que se preparan con bastante antelación y que se someten a remojos prolongados y troceados intensos.
Un exceso de proteína animal
Muchos menús contienen en exceso proteínas animales, al incluir tortillas, entremeses, croquetas de aves o pastas a la boloñesa, así como grasas saturadas, presentes en las harinas, aceite, carnes rojas y lácteos.
Lo que sucede con estos menús es que suelen ser escasos en dos alimentos decisivos para la salud: los pescados, ricos en ácidos omega-3 y las verduras, legumbres, frutas y harinas integrales, ricos en fibra.