Ocurrió hace tan solo unos días. Durante una guardia me avisa la enfermera de planta para valorar a una mujer que había dado a luz, hacía ya dos días, y tenía dificultades para dar el pecho a su bebé . Subo a la habitación y me encuentro a una mujer joven, sentada sobre la cama, con una cara entre dolorida y triste. Tiene las dos mamas muy aumentadas de tamaño y con la piel tensa y brillante. Ha estado intentando que su bebé lactara pero no sale nada de leche materna. Todavía no hay infección pero, si eso sigue así mucho tiempo, al final se infectarán ambas mamas.
Repasamos juntos los pasos que sigue para dar el pecho: masaje de las mamas en la ducha con agua caliente, adoptar una posición cómoda, estar relajada, etc. Se pone el bebé al pecho y compruebo que éste se agarra perfectamente, de tal forma que llego a la conclusión de que no se trata de un problema de técnica de lactancia. Pensando que el bebé todavía no tiene la suficiente destreza para sacar la leche y puesto que es muy necesario vaciar las mamas para evitar males mayores, decidimos intentarlo con un sacaleches , además de algún fármaco que ayuda en estas situaciones.
Tras varias horas intentándolo el resultado también es negativo. Llegado a este punto, con un dolor en aumento y para evitar la inminente infección acordamos suprimir la lactancia . Al cabo de unas horas, vuelvo a la habitación para comprobar cómo se encuentra la mujer y la encuentro llorando desconsoladamente. Me confiesa que tiene un sentimiento de inferioridad y de culpa enorme. Está muy agobiada por como reaccionará la matrona cuando le diga que no ha podido dar el pecho.
Esto que he contado me ha hecho reflexionar. Es labor, tanto de matronas como de ginecólogos, fomentar la lactancia materna puesto que tiene numerosas ventajas , pero no podemos caer en el error de ser extremistas a la hora de aconsejar a nuestras pacientes. Hay que ser muy cuidadosos a la hora de dar información y siempre contar todas las posibilidades que pueden existir.
Esa madre, no se sentía así porque su hijo no se iba a beneficiar de todas las ventajas de la leche materna. Se sentía así, porque durante todo su embarazo, solo le hablaban de lo bueno y necesario que era dar el pecho a su bebé nadie, pero ni ginecólogos ni matronas, le comentaron la otra posibilidad, la de que no pudiera darle el pecho. Nadie le dijo que si no le daba el pecho no pasaba nada, que no iba a ser peor madre ni nada por el estilo.
Insisto, ninguna mujer es una fracasada por no dar el pecho a su bebé, por no tener un parto vaginal o por parir con la epidural.
Quisiera saber si alguna de vosotras se ha sentido así o si conoce alguien que se ha sentido de esta manera.
Interesante!