La contaminación puede engordar La contaminación engorda
Que la contaminación no es buena para la salud, no hace falta ser ningún erudito en la materia para saberlo. Al riesgo de sufrir más infartos, incrementarse los problemas respiratorios o incluso causar tumores hay que añadir ahora un handicap más: la polución ¡engorda!
La contaminación engorda
Según un estudio llevado a cabo en el Centro de Investigación Biomédica en Red- Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición, ciertos compuestos químicos (agentes contaminantes) presentes en el medio ambiente asociados a los perfumes, cosméticos e incluso plásticos pueden predisponer a la obesidad, algo que, indudablemente, puede causar a su vez más enfermedades relacionadas con la nutrición
El motivo está en que algunas de estas sustancias pueden hacerse pasar hormonas, algo que puede llegar a confundir a nuestro y pueden originar desarreglos metabólicos que pueden desembocar en obesidad, una enfermedad que se ha convertido en una auténtica epidemia. Solo en España se ha pasado de un 12% de población obesa a un porcentaje que alcanza casi el 28%.
Varios estudios realizados recientemente nos advierten de los problemas que para la salud tiene la contaminación. Algunos de los contaminantes ambientales se hacen pasar por hormonas, y producen desarreglos metabólicos que acaban modificando los procesos de acumulación de grasa en nuestro cuerpo, según apunta un estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición.
Teniendo en cuenta el problema que supone en la actualidad el sobrepeso, considerado ya una epidemia, se hace necesario analizar en profundidad el papel que tiene la contaminación en relación a la obesidad. Los estudios actuales se están centrando en el rol que tienen ciertos contaminantes ambientales de cara al desarrollo de la obesidad y para diabetes de tipo 2, otras de las patologías cada vez más habituales.
Entre los contaminantes más habituales están los “cop” compuestos orgánicos persistentes, sustancias químicas que se acumulan en la cadena alimenticia y se concentran en las grasas. Están presentes por ejemplo en pesticidas como el DDT. Los compuestos seudopersistentes como ftalatos (presentes en ablandadores de plásticos, filtros ultravioletas de las cremas solares, etc), son también importantes a pesar de no fijarse de la misma manera al organismo. Actúan también como disruptores endocrinos diariamente debido a que nos exponemos a ellos de manera continua. Modifican por tanto nuestro metabolismo.
La exposición a estas sustancias, sobre todo en la infancia y etapa fetal, tiene una gran influencia tanto de cara a desarrollar obesidad como diabetes.