Frecuentemente pensamos que para llevar una alimentación y una vida sana, debemos erradicar por completo las grasas de nuestra dieta. Años de desinformación y prejuicios (y falsas promesas) nos han llevado a creer que representan un peligro para nuestra salud. Derribemos algunos mitos y veremos cuál es el rol de las grasas.
¿Para qué sirven las grasas?
El cuerpo humano requiere de grasas para su correcto funcionamiento. Las grasas o lípidos cumplen funciones vitales, están involucradas en el transporte y absorción de vitaminas, constituyen una fuente de energía, estimulan la actividad cerebral, la producción de células y hormonas, protegen órganos vitales y muchas otras más. La falta de ácidos grasos nos traería problemas de salud y deficiencias en nuestra calidad de vida.
¿Qué tipo de grasas hay?
Hay muchos tipos de grasas, algunas de ellas las fabrica el cuerpo y otras no. Las que no podemos producir se llaman ácidos grasos esenciales y necesitamos obtenerlos de los alimentos que ingerimos. Se trata de los ácidos grasos Omega-3 y Omega-6. Estas son grasas insaturadas. Son fundamentalmente grasas de origen vegetal. Son líquidas a temperatura ambiente (como el aceite). Tienen beneficios y a partir de ellas el cuerpo puede sintetizar muchas otras grasas que de otro modo no podría obtener.
También están las grasas saturadas, de origen animal. Las grasas saturadas pueden ser nocivas están asociadas al colesterol y a los problemas circulatorios. Son sólidas a temperatura ambiente (como la manteca). Si bien en su mayoría provienen de los animales, también podemos encontrarlas en alimentos vegetales como el aceite de coco, el cual sí es beneficioso para la salud.
Finalmente, llegamos al tercer tipo de grasa, que ha sido creada en laboratorios y que debemos evitar a toda costa: la grasa trans. Ésta surge de un proceso de hidrogenación de las grasas insaturadas con el propósito de convertirlas en sólidas a temperatura ambiente.
Se utiliza para aumentar el tiempo de conservación de los alimentos. Están presentes en comidas rápidas, empaquetadas y procesadas. Està comprobado que las grasas trans son muy perjudiciales para la salud.
Controlar el consumo de grasas
A partir de esto podemos diferenciar las grasas que son saludables y necesarias para el correcto funcionamiento del organismo de las grasas perjudiciales. Cambiemos nuestra mentalidad y transformemos lo sano en rico. El camino a la vida sana es mucho más fácil de lo que creemos, sólo tenemos que decidirnos a transitarlo. Y quien lo ha recorrido sabe que se trata de un camino de ida. Por suerte.
No olvides consultar algunos tips para reducir el consumo de grasas.