El aporte nutricional de las carnes

Jesus L. Rodriguez

En la organización de nuestra forma de alimentación es necesario tener en cuenta una serie de elementos básicos para obtener una alimentación sana y equilibrada para llevar adelante una mejor calidad de vida. Para esto hay que conocer los alimentos que consumimos, siempre hay que tener presente que las carnes, pescados y huevos son los alimentos que mayor cantidad de proteínas proporcionan a nuestro organismo.

El aporte nutricional de las carnes

Es por esto que hay que tener en cuenta que las carnes, por ejemplo, además de suministrar una gran cantidad de proteínas también proporcionan aminoácidos, muy necesarios para nuestro cuerpo. Además las carnes son un 20% pura proteínas y ayudan al crecimiento, las defensas y al regeneración de los tejidos del cuerpo.

Con respecto a qué tipo de carne es ideal para consumir en el mercado existe una gran cantidad de variedad como las carnes blancas y rojas.

Cuando se habla de carnes blancas nos referidos al pollo y los pescados, se recomienda comer dos o tres veces por semana cada una de estas variantes ya que cuentan con una importante ventaja como una mayor y más fácil digestibilidad, además de una cantidad proporcional de grasa que, comiendo con conciencia, no hace mal al organismo.

Con respecto a las carnes rojas es necesario consumir aquellas que son magras, en el caso que el corte que elija tenga grasa procure de quitársela antes de cocinar, se recomienda comer de dos a tres veces por semana por su gran cantidad de proteínas, hierros y nutrientes.

Cumpliendo una buena dieta alimenticia es cien por ciento seguro que va a mejorar su calidad de vida.

Aporte dietético

Desde el punto de vista nutricional la carne es un gran aporte de proteínas (20% de su peso) y aminoácidos esenciales, siendo además responsable de reactivar el metabolismo del cuerpo humano. Cien gramos de carne roja aportan 20,7 g de proteínas y la misma cantidad de carne blanca aporta 21,9 g de proteínas. La carne aporta muy pocos carbohidratos y contiene muy poca fibra. La ventaja de una dieta que incluya la carne respecto a la exclusivamente vegetariana es fundamentalmente la mayor facilidad para aportar la cantidad y variedad necesaria de aminoácidos esenciales. El contenido de grasas de la carne depende en gran medida de las especies de animales así como del corte elegido, la forma en que el animal haya sido cuidado durante la fase de crecimiento, los alimentos ofrecidos durante esa fase y los métodos de cocinado o empleados en su corte y despiece por la carnicería. Desde finales del siglo XX se ha desarrollado una importante investigación en el área de las «carnes light» con bajo contenido graso, investigando las condiciones de cría y alimentación, para que incluyan menos contenido de grasa. Cabe pensar que la grasa en la carne tiene dos efectos, por un lado es un realzador de los sabores y por otro es un medio de transporte de las vitaminas liposolubles que existen en la carne. La carne posee poco contenido de hidratos de carbono (generalmente en forma de glucógeno), aunque se puede decir que su contenido es especialmente elevado en la carne de caballo. Desde el punto de vista nutricional la carne aporta otros compuestos nitrosos diferentes de las proteínas, tal y como puede ser la creatina.

Desde el punto de vista de los micronutrientes las carnes rojas son una fuente importante de hierro (los demás minerales no suponen más de 1% del peso de la carne) y suelen contener vitamina B12 (ausente en los alimentos vegetales, pues la vitamina B12 es producida por microorganismos del suelo que viven en simbiosis con las raíces de las plantas) y vitamina A (si se consume el hígado). La cantidad de vitaminas en la carne se ve reducida en gran medida cuando se cocina, y la reducción será mayor cuanto más tiempo se cocine, o cuanto mayor sea la temperatura. Algunas carnes como la del cordero o la oveja son ricas en ácido fólico. Los aportes nutricionales de la carne dependerán en gran medida de la raza y de la alimentación a la que se le ha sometido durante su cría. Son muchos los nutricionistas que aconsejan comer moderadamente carne, incluyendo en las raciones de los platos verduras variadas y fibra en lo que se denomina una dieta equilibrada. Se ha demostrado que el consumo de carne durante las comidas aumenta la absorción de hierro en alimentos vegetales de dos a cuatro veces. Este efecto de mejoramiento es conocido con el nombre de “factor de la carne.”

La Grasa

La grasa, la mayor parte de ella saturada, representa entre un 10 y un 20% de la carne, y el resto, es agua. La carne contiene vitaminas y minerales de vital importancia para el crecimiento y el desarrollo, así como para el correcto funcionamiento del organismo, especialmente las vitaminas B, sobre todo la B12, y minerales como el zinc, el yodo, el selenio y el fósforo.

La vitamina B12 sólo se obtiene de los alimentos de origen animal y el vacuno es una buena fuente de ella. Es fundamental para acabar con la anemia y en la generación de la hemoglobina. Por otra parte, la carne de vacuno joven tiene mayor cantidad de vitamina B2, elemento primordial como fuente energética y protectora de la piel, el sistema nervioso y los ojos.

La carne de vacuno es menos grasa que la del cordero y el cerdo, y por eso, se le denomina ‘carne magra’, junto con la del pollo y el conejo. La carne magra contiene menos del 10% de la materia grasa. También es menos grasa y tiene más agua que la carne de ternera. También dependiendo de la parte del animal existen diferencias nutricionales: por ejemplo, las chuletas son más grasas que el solomillo.

Algunos ejemplos que tal vez nos sorprendan

La carne de pollo sin piel tiene sólo de 4 a 5 por ciento de grasa, la de ternera magra oscila entre un 10 a un 12 por ciento, y en cambio la de buey puede llegar al 25, al igual que la de cordero y cerdo. Todo ello hablando de promedio, pero ¿se imaginaba que la carne magra de cerdo, por ejemplo el lomo o el solomillo, puede tener sólo un 3% de grasa y por lo tanto “engordar” bastante menos que la misma cantidad de carne de ternera? Además, hay que hacer una salvedad con el cerdo, la grasa de éste es rica en ácido oleico, una grasa poli-insaturada, lo que, por ejemplo, la convierte en más cardiosaludable que el cordero.

El “color” no importa demasiado a la hora de “hacer dieta”, olvídese de carnes rojas y blancas, lo que importa es su contenido graso. Sería más adecuado hablar de carnes grasas y magras, aquellas que tienen menos de un 10% de grasa, mientras que las que superan dicha cantidad son las consideradas carnes grasas. Cuanto más contenido graso tenga una carne menos adecuada será para su dieta.

Articulos Relacionados