Las muñecas suelen ser una parte de nuestro cuerpo muy frágil que se daña con facilidad, por eso, hoy queremos enseñarte una serie de ejercicios que te permitirán fortalecerlas. Los mismos son sumamente sencillos y marcan la diferencia, ayudándonos a evitar problemas típicos de esta zona.
En primer ligar debemos tener presente que las muñecas en sí mismas no se trabajan, es decir, se trata de una articulación con una gran movilidad que está rodeada de tendones y músculos que son los que les dan la fortaleza para aguantar la tensión. Por ello, para evitar que nos hagamos daño en las muñecas es necesario tener en cuenta otras partes del brazo que son las que harán que la tensión no la soporten ellas y así evitarán que nos las lastimemos.
En primer lugar es fundamental que para proteger las muñecas a la hora de elevar una determinada carga no volquemos toda la tensión sobre ellas. Debemos ser conscientes de esto y apoyarnos con los músculos del brazo y del antebrazo, que son los que deben aguantar el empuje. De este modo no solo no nos lastimaremos las muñecas, sino que además conseguiremos elevar más peso. Para apoyarnos en estos músculos es necesario que los trabajemos y los dotemos de la fuerza suficiente para aguantar el empuje que representa la elevación de un peso. Por ello realizaremos ejercicios aislados parta trabajar tanto los músculos del brazo como los del antebrazo.
Muchas personas, con el afán de proteger la muñeca, lo que hacen es recurrir a vendajes y muñequeras que mantienen sujeta la articulación y los músculos y tendones aledaños. Esto puede ser a la larga contraproducente, y es que al utilizar un agente que oprime constantemente la muñeca lo que hacemos es conseguir que esta parte del cuerpo se acostumbre a esta situación y se vuelva “vaga”, siendo mucho más vulnerable a las lesiones y los impactos recibidos del exterior, corriendo así un mayor riesgo de lesión.
Por este motivo es importante que tengamos en cuenta que la muñeca se puede dañar por una serie de factores que nada tienen que ver con un ataque directo a esta articulación, sino que más bien son la consecuencia de una serie de acciones que poco a poco debilitarán la muñeca y la pondrán en riesgo.
Vamos a comenzar con el primero, simplemente debes realizar giros de muñeca, para esto puedes ayudarte con un par de mancuernas. Siéntate en una silla y apoya los codos y los antebrazos sobre los muslos, con una mancuerna en cada mano, con las palmas hacia arriba. Enrolla las muñecas en círculos lentos y controlados a la derecha durante unos 10 segundos y luego cambia los círculos de la izquierda durante 10 segundos, y repite varias veces.
Un segundo ejercicio también en una posición similar, levanta ambas pesas hacia el techo y luego bájalos en un movimiento de martilleo lento, y repite varias veces. Tus palmas deben quedar una frente a la otra todo el tiempo. Por último, coloca las mancuernas en posición vertical. Dobla las rodillas y baja tus manos para agarrar cada mancuerna con los dedos. Ponte de pie, sosteniendo las mancuernas con fuerza; para intensificar el ejercicio, camina lentamente mientras sujetas las mancuernas.