Calambres musculares por déficit mineral en la dieta. Las dietas pobres en frutas y verduras pueden dar lugar a carencias nutricionales y en muchos casos, pueden ser la causa de la aparición de éstos.
Los Calambres musculares son una contracción repentina e involuntaria de uno o más músculos, que suele ser dolorosa e incluso incapacita en algún momento; se origina por distintas causas, como pueden ser la fatiga muscular, la deshidratación o deportes realizados a temperaturas altas por citar algunas.
La falta de vitaminas del grupo B, como la B1 y la B3 y de minerales, como el magnesio o el potasio suele influir en la intensidad de los Calambres musculares, por ello es importante revisar la dieta y elegir alimentos ricos en estos minerales, aunque a veces se requiere la toma de un complemento dietético específico, para evitar estos calambres.
Pueden parecer Calambres musculares en los dedos de la mano o los calambres nocturnos sobre los músculos de la pierna o los pies, debido a un riego sanguíneo inadecuado o por compresiones de los nervios producidos por la ciática y la falta de ciertas vitaminas y minerales en la dieta, son algunas de las causas implicadas en esta dolorosa afección, aunque también hay que tener en cuenta que dichos calambres pueden ser consecuencia de enfermedades neurológicas, trastornos hormonales, anemia, diabetes o hipoglucemia.
Los principales minerales, que aparecen involucrados en el desarrollo de un calambre son el sodio, el magnesio, el potasio y el calcio, así como las vitaminas B1 y B3, o incluso la D y la E.
También pueden presentarse por espasmos musculares, ocasionados por deshidratación, durante el embarazo, por hipotiroidismo y otros problemas metabólicos, alcoholismo, insuficiencia renal o por consumo de ciertos medicamentos.
El calcio como otros minerales se pierde por el sudor. Si ahora en verano descuidamos el aporte de alimentos lácteos y derivados y además hacemos ejercicio con una duración media-larga en condiciones de calor nos quedaremos sin calcio y aparecerán los Calambres musculares. La solución es simple, incrementar la ingesta de calcio con pequeños gestos como desayunar leche o yogur, tomar un poco de queso fresco a mediodía, añadir queso rayado a algunas preparaciones culinarias o tomar alimentos como las espinacas, legumbres y frutos secos a diario.
La deshidratación es una causa común para los calambres musculares, causada por un desequilibrio en los electrolitos. El magnesio es un electrolito importante, debido a que está involucrado en la transportación del calcio y del potasio dentro y fuera de las células, lo que afecta a las contracciones musculares. La falta de este mineral puede provocar estados de cansancio, apatía, calambres, contracturas, arritmias y dificultad de concentración.
El sodio también participa de forma muy significativa en la determinación de los potenciales de membrana. Una hiponatremia causada por pérdidas excesivas de sodio por sudor puede originar dolores músculares e incluso calambres.
El potasio es otro electrolito responsable de transmitir los impulsos nerviosos a través del cuerpo. Juega un papel fundamental en la contracción muscular y el carecer de potasio, lo que se conoce como “hipokalemia”, puede provocarte Calambres musculares. Consumir carne, ciertos tipos de pescado, productos lácteos, frutas, vegetales y frijoles te ayudará a mantener estables tus niveles de potasio y a prevenir calambres musculares. Productos ricos en potasio incluyen las bananas, los cítricos, los tomates y las patatas.
La alimentación es una de las bases para poder evitar la aparición de calambres musculares. Como hemos visto, la falta de hidratación o de minerales suele estar presente en el desarrollo de estos espasmos, por lo que podemos deducir que la alimentación puede ser un apartado clave para luchar contra estos problemas.
Los frutos secos y las legumbres son alimentos que nos asegurarán un aporte de minerales muy importantes para prevenir estos calambres musculares. Las nueces, por ejemplo, serán unos frutos secos que se pueden añadir a las ensaladas o comer un puñado antes y después del ejercicio. Llevar una alimentación rica en lácteos para mejorar el balance entre el calcio y el magnesio, como leche, yogurt o queso.
Otro de los factores principales es una mala circulación sanguínea, por ejemplo por una mala postura o forma, cargar de un solo lado o llevar zapatos demasiado altos.