Bollería industrial y grasas trans del colegio a la oficina, la tentación que conduce al sobrepeso, la obesidad y una larga lista de enfermedades

Jesus L. Rodriguez

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Si paseamos por un parque, vamos a un colegio o nos fijamos en los niños que nos podemos cruzar por cualquier sitio, hay un denominador común que les está afectando en esta sociedad que nos toca vivir. Un porcentaje muy alto tiene sobrepeso, los motivos son muchos y muy variados pero yo los resumiría en dos básicos, sus entretenimientos son cada vez más sedentarios y no queman todo lo que deberían y por otro lado su alimentación cada vez es menos sana, la comida rápida y la bollería industrial son la  base sobre la que cimentan su crecimiento. El Estado ha reaccionado y recientemente, apenas hace un mes, el Consejo de Ministros ha aprobado la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que prohíbe “la venta de alimentos con un alto contenido en ácidos grasos saturados, ácidos grasos trans, sal y azúcares sencillos en el interior de los colegios”.

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Sólo en la última década, el consumo de bollería y repostería industrial se ha multiplicado por diez. Las consecuencias para la salud de los más pequeños están muy claras, ha aparecido la obesidad, los niveles de colesterol se han disparado, las caries aparecen a edades cada vez más tempranas, y hay una carencia de rutinas alimentarias saludables que va a provocar un crecimiento perjudicial y cada vez más difícil de corregir.

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Por mucho que estos productos traten de seducir a los niños con cromos de sus personajes favoritos o por su sabor, no debemos olvidar que su nivel nutritivo es bajo y su cantidad de azúcares y grasas muy alto. Estos productos aportan de media unas 460 calorías cada cien gramos. Pero su mayor peligro se esconde tras las grasas que utilizan, la mayoría son saturadas y las temibles “trans”. Estas grasas contribuyen al aumento de los niveles del colesterol malo (LDL), y de los triglicéridos en sangre, perjudiciales para la salud del corazón y de las arterias. En el caso de los ácidos grasos trans son todavía  peores, porque no sólo incrementan el colesterol malo, sino que además reducen el colesterol bueno (HDL).

bollo-2Las grasas “Trans” surgen de un proceso industrial llamado hidrogenación, por el que los aceites vegetales que se usan en la fabricación de este tipo de bollería se convierten en una grasa sólida y untuosa. Similar a la textura que presenta una margarina. No es difícil imaginar lo que son capaces de conseguir en un organismo joven y seguramente insuficientemente preparado para hacerlas frente.

bollo-4Aunque suene a lo que nos decían nuestras abuelas, es mucho mejor que los niños sigan merendando un bocadillo casero de lo que quieran, los aportes nutricionales van a ser infinitamente más sanos aunque las calorías sean parecidas. Si evitamos el excesivo consumo de este tipo de productos y somos capaces de introducir entre los habitos mayor cantidad de fruta, lácteos y verduras, estaremos ganando una batalla importante que los adultos del mañana seguro nos agradecerán. La obesidad infantil es un problema más serio de lo que parece, unido a la tendencia al sedentarismo cada vez más creciente, podemos estar creando un “monstruo” que termine devorándonos.

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