Las enfermedades de transmisión sexual, conocidas también como ETS, son las enfermedades que se contagian a través de las relaciones sexuales.
Muchas de estas son infecciosas y dependiendo que tipo de enfermedad puede contagiarse a través de cualquiera de los órganos sexuales, ano o la boca, además del contacto de sangre durante la actividad sexual, con frecuencia también son transmitidas a través de los fluidos corporales o tejidos removidos de una persona infectada con ETS y pone a estos en contacto con otra persona no infectada.
Las ETS afectan tanto a hombres y mujeres de todas las edades por igual, cada vez son más conocidas y esto se produce porque la actividad sexual se ha convertido en una actividad mucho más libre, además de comenzar a practicar desde una edad más joven, además de las múltiples parejas y a la falta de conocimiento y utilización de métodos anticonceptivos, el condón o preservativo es una de las mejores formas de prevenir el contagio de una ETS.
Las ETS son asintomáticos pero se encuentran presenten en el organismo y la única forma de saber que sufre una es a través de estudios en laboratorios, por ejemplo la clamidia, el herpes genital y la gonorrea son parte de estas enfermedades que no tienen síntomas.
Recuerda que es muy importante que si vas a tener relaciones sexuales hazlo con cuidado y utilizando métodos de prevención además de pedir cada 6 meses a tu medico un estudio completo para descartar cualquier enfermedad.
Algunos de los factores que aumentan las probabilidades de contraer una ETS son:
- Actividad sexual a temprana edad. Cuanto más pronto el individuo comience a tener relaciones sexuales, mayor será su probabilidad de contraer una ETS.
- Multiplicidad de parejas sexuales. Las personas que tienen contacto sexual (no sólo relaciones sexuales, sino cualquier tipo de actividad íntima) con muchas parejas diferentes corren mayor riesgo que aquellas que siempre tienen la misma pareja.
- Relaciones sexuales sin protección. Los condones de látex siempre deben utilizarse, ya que son la única forma de anticoncepción que reduce el riesgo de contraer ETS. Los espermicidas, los diafragmas y otros métodos anticonceptivos pueden ayudar a prevenir el embarazo, pero no brindan protección contra las ETS.
Hay que destacar que muchas de las ETS se transmiten de modo más eficaz del hombre a la mujer, y que ellas son más proclives a padecer las infecciones de forma asintomática (sin manifestaciones clínicas), por lo que resulta más difícil su diagnóstico en las mujeres. Esto implica una mayor tasa de complicaciones a largo plazo, ya que no son tratadas, y tienen mayores secuelas posteriormente, incluyendo algunas graves como infertilidad, complicaciones del embarazo, transmisión de la enfermedad al recién nacido, etcétera.
Las ETS clásicas eran cinco: sífilis, gonorrea, chancroide, linfogranuloma venéreo y granuloma inguinal. Actualmente la lista es más amplia, ya que se conocen hasta 25 microorganismos capaces de dar lugar a 50 síndromes. Dentro de los microorganismos transmitidos sexualmente destacan: bacterias (gonorrea, clamidia, sífilis, estreptococo…), virus (herpes, hepatitis, papiloma humano, sida, etcétera), hongos (candidiasis), protozoos (trichomona, giardia…), ectoparásitos (causantes de ladillas…).
Una vez detectada una enfermedad de transmisión sexual hay que descartar que no haya más, ya que a menudo se asocian varias a la vez.
Puesto que los principales factores de riesgo en la adquisición de ETS son el inicio precoz de las relaciones sexuales, tener varias parejas sexuales y no utilizar métodos anticonceptivos, su prevención debe ir encaminada a cambiar estas actitudes, resultando fundamental la utilización de métodos anticonceptivos de barrera como el preservativo.