A veces no pegamos un ojo en toda la noche y no entendemos por qué. ¿Cómo no puedo dormirme si no he parado de hacer cosas en todo el día? Es una de las preguntas que pasa por nuestra mente mientras tenemos la cabeza en la almohada, inquietos porque no podemos dormirnos.
A la hora de dormir, existen diversos mitos que pueden afectar la calidad del sueño y perpetuar hábitos poco saludables.
La respuesta es que quizás algunos hábitos que crees te ayudarán a dormir en realidad hacen todo lo contrario.
Desenmascara los siguientes mitos a la hora de dormir y logra tener dulces sueños.
Debemos dormir hasta muy tarde los fines de semana para poner nuestro sueño al día. Si bien todos llegamos cansadísimos al viernes y aprovechamos para dormir todo aquello que no hemos podido, esta costumbre trastoca tu horario de sueño durante la semana. Procura dormir 7 horas al día todos los días para no llegar exhaustos al fin de semana rogando por llegar a nuestra cama.
Hacer ejercicio en la noche nos cansa y por tanto nos dormimos más rápido. Uno de los beneficios de la actividad física es, justamente, que nos ayuda a descansar mejor. Pero trata de terminar tu sesión de ejercicios al menos tres horas antes de acostarte: es más fácil dormirse cuando el cuerpo está frío. Si te ejercitas y enseguida te acuestas, tu cuerpo todavía está caliente y demorará en lograr sus dulces sueños.
Las personas mayores necesitan menos horas de sueño. En realidad, los abuelos necesitan dormir tantas horas como los jóvenes: de 7 a 9 horas por día. Lo que sí es diferente en los adultos mayores es que se duermen con más facilidad durante el día mediante pequeñas siestas.
El sueño es necesario para que el cerebro descanse. Todo lo contrario: cuando dormimos, es el cuerpo el que descansa. Nuestro cerebro siempre continúa trabajando y hace posible, por ejemplo, que respiremos.
Si te despiertas en medio de la noche, lo mejor es permanecer quieto y tratar de volver a dormir. Es cierto, pero si ya han pasado 15 minutos y todavía no te has vuelto a dormir, entonces levántate porque es una pérdida de tiempo: cuanto más deseas dormir, menos lo logras. Levántate, bebe un vaso de agua, escucha música y ahí sí intenta volver a acostarte.
Es bueno pasar un rato en nuestra habitación antes de ir a dormir. En realidad es todo lo contrario. Si tu dormitorio también es el lugar donde trabajas y miras televisión, estarás más disperso. Trata de usar tu cama solamente para dormir.
El sexo a la noche nos deja despabilados e inquietos. Todo lo contrario. Durante las relaciones sexuales se liberan hormonas endorfinas, que nos hacen sentir mejor con nosotros mismos, más serenos, con menos estrés y por tanto se nos hace mucho más fácil quedarnos dormidos.
Taparnos con acolchados gruesos nos hace dormir más rápido. La verdad es que nuestro cuerpo concilia mejor el sueño cuando está más frío así que no te tapes demasiado.
Los ronquidos son inofensivos. No tienen por qué ser peligrosos, pero a veces pueden ser el síntoma de algún trastorno, como la apnea del sueño. Si roncas demasiado a la noche consulta a tu médico.
Un vaso de vino te ayuda a dormir más rápido. Beber alcohol da sueño pero si nos excedemos tendremos un sueño fragmentado y despertaremos durante la noche.
Necesitas dormir 8 horas exactas: Aunque se recomienda una cantidad promedio de 7 a 9 horas de sueño para adultos, cada persona tiene necesidades individuales de sueño. Algunas personas pueden funcionar perfectamente con menos de 8 horas, mientras que otras pueden requerir más. Lo importante es escuchar a tu cuerpo y asegurarte de obtener suficiente descanso para sentirte renovado y enérgico durante el día.
Se Puede recuperar el sueño perdido durante el fin de semana: No es posible compensar totalmente el sueño perdido acumulando horas extras los fines de semana. El sueño es un proceso continuo y regular, y es fundamental mantener una rutina de sueño constante a lo largo de la semana. Dormir más durante el fin de semana puede alterar tu ritmo circadiano y dificultar conciliar el sueño la noche siguiente.
El alcohol me ayuda a dormir mejor: Aunque el alcohol puede ayudar a conciliar el sueño más rápidamente, en realidad perturba la calidad del sueño. El consumo de alcohol antes de acostarse interfiere con los ciclos de sueño y puede causar despertares frecuentes durante la noche. Además, puede agravar problemas respiratorios, como la apnea del sueño.
Dormir poco es normal: Muchas personas creen que el sueño insuficiente es algo normal debido a sus ocupaciones o estilo de vida. Sin embargo, la falta crónica de sueño puede tener consecuencias negativas para la salud, como aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y trastornos del estado de ánimo. Es importante priorizar el sueño y establecer una rutina que permita obtener la cantidad adecuada de descanso.
Mirar televisión o usar dispositivos electrónicos antes de dormir no afecta el sueño: La exposición a la luz azul emitida por las pantallas de televisión, teléfonos inteligentes y tabletas puede suprimir la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el sueño. Esto puede dificultar conciliar el sueño y afectar la calidad del descanso. Se recomienda evitar el uso de dispositivos electrónicos al menos una hora antes de acostarse.
La siesta es solo para los perezosos: La siesta, cuando se realiza de manera adecuada, puede ser beneficiosa para la salud y el rendimiento cognitivo. Una breve siesta de 20 a 30 minutos puede ayudar a mejorar el estado de alerta, la concentración y la productividad. Sin embargo, las siestas prolongadas o muy cerca de la hora de dormir pueden interferir con el sueño nocturno.