La autoobservación consiste en crear dentro de ti mismo un observador, como si fuera tu otro yo, que en un momento dado toma distancia y como si se tratara de otra persona presta atención a cada uno de tus movimientos, pensamientos y emociones.
Pero eso sí, ¡cuidado! No confundas al observador con el crítico, ese otro personaje que dentro de ti está al acecho de tus errores o debilidades para echártelos en cara y hacerte sentir culpable. Al crítico descártalo, no te sirve, quédate con el observador.
Si te parece una propuesta interesante, continúa leyendo y descubre cómo realizar y cuáles son los beneficios de esta técnica que aprendí en la Escuela para el Desarrollo Armónico de Buenos Aires.
Beneficios de la autoobservación
El observador se limita a tomar nota de lo que haces y sientes, no juzga, no corrige, sólo te hace tomar conciencia del estado de tu cuerpo y tu mente en determinados momentos, abstrayéndote por unos instantes de los quehaceres o incidentes que ocupan tu atención.
Quizá no te resulte muy fácil al comienzo, pero si logras adquirir la costumbre no tardarás en apreciar la utilidad de la autoobservación. Sin darte cuenta irás cambiando conductas y esos cambios redundarán en beneficio tuyo y de los que te rodean.
Cómo realizar la autoobservación y dirigirla a lo que te interesa
La autoobservación comienza con poner atención a cómo estás respirando: si el aire llena todo tu organismo hasta el abdomen, o si se detiene a la altura del tórax; todavía no trates de modificarlo.
Siente tus músculos, qué zonas están contraídas, dónde te duele. Observa tu estado de ánimo: alegre, triste, enojado, indiferente. Percibe las sensaciones físicas que los acompañan: la alegría ensancha el pecho, la tristeza cierra la garganta, la ira contrae los músculos faciales, la indiferencia produce insatisfacción o cansancio. Profundiza tu respiración, relaja tus músculos y nota cómo empiezas a sentirte mejor.
Si estás atravesando alguna situación que te altera, pregúntate cuál es la emoción que sientes y qué síntomas físicos la acompañan. La observación de tus propias reacciones pondrá una pausa que te permitirá tomar aire, reflexionar y ver las cosas con más claridad.
Cómo sacar mayor provecho a la autoobservación
Una práctica muy recomendable, y hasta necesaria para hacer bien las cosas, es llevar un cuaderno donde anotarás cada una de tus observaciones con el mayor detalle posible, sin olvidar fecha y hora.
Anota las circunstancias en que se produjo, incluyendo las condiciones atmosféricas. Describe tus emociones, tus sensaciones físicas, todo con la mayor objetividad posible, pero también dando rienda suelta a la expresión de tus sentimientos.
Este cuaderno, que no tienes por qué mostrar a nadie (salvo a tu psicólogo si es que estás en tratamiento), te permitirá con el tiempo comparar tus reacciones ante situaciones parecidas. Y lo más probable es que verifiques cambios favorables que mejoran tu vida, tus relaciones con los demás y contigo mismo, y por ende tu salud física, mental y espiritual.
Si lo deseas puedes contarnos aquí cómo te fue luego de haber realizado los ejercicios de autoobservación.