Hoy vamos a hablar sobre el hígado graso, o también conocido como esteatosis hepática, una enfermedad del hígado que se caracteriza por la acumulación de ácidos grasos y de triglicéridos en las células hepáticas. Es importante identificar esta enfermedad para poder comenzar a tratarla, por eso, hoy vamos a contarte sobre los principales síntomas de la misma y por qué se da.
El hígado graso es una enfermedad que se relaciona a personas con patologías como, altos niveles de obesidad, colesterol y triglicéridos. Sus principales síntomas son los siguientes:
Agrandamiento del hígado, fatiga, malestar general, cansancio, pesadez, dolor en la zona superior derecha del abdomen. Además, los posibles signos de la esteatosis hepática son hinchazón abdominal, vasos sanguíneos dilatados justo debajo de la superficie de la piel o bazo dilatado,
– Dolor en la parte superior derecha del abdomen.
– Malestar general.
– Cansancio.
– Fatiga crónica.
– Pérdida de peso.
– Sensación de pesadez.
– En algunas ocasiones, ictericia.
Examen físico hígado graso
Para diagnosticar una inflamación del hígado, el médico puede palpar o presionar el abdomen. Si el hígado está agrandado, es posible que puedan palparlo.
Sin embargo, es posible que el hígado se inflame sin agrandarse. Es probable que tu médico no pueda saber si tu hígado está inflamado solo usando el tacto.
Una vez que sabemos que tenemos la enfermedad debemos tomar las medidas necesarias para eliminar las grasas que se han acumulado en el hígado, es importante evitar que la enfermedad evolucione, ya que puede terminar en hígado graso inflamado y de ahí a una posible cirrosis y/o cáncer.
Para tratarlo debemos reducir el peso corporal y comenzar una alimentación sana que sea rica en frutas y verduras. Además, debemos acompañar esto con ejercicio físico. Lo recomendable es consultar con una nutricionista que nos ayude a combatirla.
Hemos de evitar las rápidas pérdidas de peso o las subidas y bajadas del mismo (muy típico en la gente que hace dieta) ya que son jun factor añadido que aumenta el riesgo. Lo ideal es buscar una dieta adecuada a nuestro caso que nos ayude a perder peso gradualmente.
Evitar la leche de vaca (mejor el yogur y el kéfir), quesos curados, las grasas de origen animal y el alcohol son pautas básicas. Hemos de reducir el azúcar y los dulces y por otro lado cuidar que no nos falte la proteína en la dieta (sobre todo las proteínas vegetales) ya que en muchos casos hay una gran resistencia a la insulina. Los endulzantes como el Agave y la Stevia nos irán muy bien en estos casos.
En estos casos hemos de tener siempre en cuenta los antioxidantes, como la vitamina A, C, E y el Selenio, que pueden colaborar en evitar una degeneración celular.
Los alimentos ricos en fibra (vegetales y cereales integrales) nos ayudarán a absorber menos grasas y azucares de la dieta.
El pescado azul, las legumbres, las semillas y los frutos secos crudos (en poca cantidad) nos ayudarán también en nuestra lucha contra el colesterol.
El limón es un gran aliado en estos casos (podemos añadirlo al agua y a las ensaladas). Una buena combinación es el zumo de zanahoria y limón.
Algunos consejos:
Es conveniente evitar o al menos no abusar, de medicamentos como antiinflamatorios, analgésicos o anticonceptivos.
Hay cambios en el estilo de vida que pueden ayudar con la enfermedad del hígado graso como, por ejemplo, tener una dieta balanceada y saludable, limitar el la sal y el azúcar, además de comer muchas frutas, verduras, granos integrales.
Hemos de plantearnos una actividad física, a ser posible diaria ya que favorece la pérdida de peso y el equilibrio metabólico.
Si vemos que nuestro sistema nervioso es causante de nuestro desequilibrio quizá ya es la hora de replantearnos horarios y prioridades en nuestra vida. Dedicar unos minutos a respirar tranquila pero profundamente es uno de los remedios más baratos y eficaces de reducir el estrés y oxigenarnos.
Un gran remedio que nos propone el naturismo son las envolturas frías. Envolver el abdomen y cintura con un paño mojado en agua fría y luego escurrido. Lo cubriremos con una toalla y lo dejamos toda la noche. La persona nunca debe sentir frío sino deberíamos retirarla.
En todos los casos le recomendamos consultar con su médico, terapeuta u otro profesional de la salud competente. La información contenida en este articulo tiene una función meramente informativa.