Los síntomas de ataques de pánico son tan intensos que la persona que los padece siente que va a sufrir un ataque al corazón o, lo que es peor, que está a punto de morir. Estos episodios se aparecen ante una situación de extrema ansiedad, nervios y estrés y no duran más de diez minutos.
Por lo general, quienes sufren de ataques de pánico una vez, pueden volver a tenerlos. Cuando dichos ataques se producen de manera frecuente hablamos de víctimas de desorden de pánico, una condición que afecta principalmente a las mujeres y desde la adultez temprana.
La buena noticia es que los ataques de pánico son tratables y se pueden controlar. Estos son los síntomas de ataques de pánico:
Esta es una lista de las síntomas más frecuentes de un ataque de pánico:
Sensación de mareo
Sequedad de boca
Los ataques de pánico
¿Qué es un ataque de pánico?
¿Cuáles son los síntomas de un ataque de pánico?
Cómo curar los ataques de pánico
Testimonios
Foro sobre ataques de pánico y ansiedad
Sudores en las manos, pies, axilas…
Sensación de temblor
Sensación de taquicardia
Sensación de ahogo
Sensación de mucho frío o mucho calor
Dolor en el pecho
Sensación de falta de oxígeno, le cuesta respirar
Sensación de que se está volviendo loco
Dolor de barriga y/o cabeza
Ganas de vomitar (algunas personas llegan a vomitar)
Ganas de hacer diarrea
Sensación de miedo, angustia, pánico y terror ante lo que le está ocurriendo
Tremendo cansancio después del ataque
Llanto
¿Es posible curar los ataques de pánico?
Sí, en la inmensa mayoría de los casos y con la ayuda y el tratamiento de un/a bueno/a profesional, es posible que una persona deje de sufrir ataques de pánico repetidos. Pero para ello, es importante acudir a un médico quién podrá confirmar la diagnóstica y recomendar una terapia adecuada para cada caso.
Los tratamientos actuales suelen consistir en terapias de tipo psicológico que nos ayudan a comprender que hay muchas personas que sufren lo mismo, que es una condición muy común, que no nos estamos volviendo locos, que no nos vamos a morir por esto. Se trata de lograr una reestructuración cognitiva, es decir, de cambiar la forma de pensar del paciente.
Una vez el paciente se sienta más positivo, optimista y realista ante su problema, el terapeuta le ayudará a identificar el «gatillo» que suele provocar sus ataques de pánico. Esto puede ser un pensamiento, una cierta situación, una cierta actividad o algo tan sútil como un pequeño cambio en el latido del corazón. Una vez que el paciente identifique qué, en su caso, actúa como gatillo o detonante de un ataque, puede aprender a controlar las síntomas que vienen después.
La última fase del tratamiento suele centrarse en ayudar al paciente realizar aquellas actividades que evite por miedo a que le provoquen un ataque de pánico. Se trata de hacerle ver primero, que en realidad no siente miedo ante estas actividades en sí (conducir, entrar en sitios con mucha gente, beber café, subir en un avión, hablar en público…) En realidad tiene miedo a sufrir un ataque de pánico mientras las realice.
Luego aprende que las síntomas de ansiedad que puede sentir al realizar estas actividades no tienen por qué convertirse en un ataque de pánico y que pueden ser controlados por el propio paciente. La terapia ayuda al paciente poco a poco a recobrar su confianza, a controlar las síntomas y a perder el miedo de sufrir un ataque y, como consecuencia, a realizar las actividades que antes evitaba con total normalidad. Suelen ser tratamientos muy graduales (nunca de golpe o forzados) que permitan al paciente recobrar paulatinamente la confianza en sí mismo y perder las fobias adquiridas.
Técnicas de relajación pueden ayudarnos a «navegar» por un ataque de pánico, como si el paciente estuviese navegando un barco por las olas. Tanto técnicas de respiración como de visualización pueden ayudar a tener menos miedo durante un ataque, a lograr que sean más cortos e incluso a prevenir futuros ataques.