El organismo utiliza la grasa de muy diversas formas. Puede utilizarlas como fuente inmediata de energía; sin embargo, si el organismo recibe más alimento del que necesita, la grasa se deposita debajo de la piel y alrededor de algunos órganos internos. Si esta situación se prolonga por un largo período de tiempo, puede contribuir junto a otros factores de riesgo (fumado, alcoholismo, consumo excesivo de sal, sedentarismo y una alimentación no saludable entre otros), a desarrollar enfermedades crónicas como obesidad, diabetes, hipertensión, aumento de colesterol en sangre, problemas circulatorios y del corazón.
Las grasas de origen animal se definen como grasas saturadas. Esta, por lo común se hace sólida a temperatura ambiente. Por su parte, se le conoce como grasa trans, aquella grasa de origen vegetal que sufre un proceso de hidrogenación que permite transformar una grasa en estado líquido a uno semi sólidos con mayor resistencia a la oxidación y a su envejecimiento, es decir a su estado natural de descomposición.
Dentro de las grasas saturadas se encuentra el colesterol, si la dieta habitual es rica en grasas saturadas, el organismo, más precisamente el hígado, produce más cantidad de lipo proteínas LDL o también llamado colesterol malo. Como producto del aumento de colesterol LDL circulante se pueden producir problemas cardiovasculares.
Es recomendable que sustituya la leche entera con leche baja en grasa o de un porcentaje menor en grasa, las cuales contiene los nutrientes necesarios pero sin grasa. Escoja otros productos lácteos bajos en grasa, tales como el yogur, el queso. Cuando en alguna receta le pidan agregar queso crema o crema agria, sustitúyalos con yogur o leche descremada baja en grasa.
Tratar de eliminar la mantequilla y sustituirla por margarina libre de grasa trans. Ademas evitar a toda costa la manteca o las barras de margarina. Lea siempre las etiquetas y elimine todos los productos que contengan aceites vegetales hidrogenados.