El ejercicio durante la noche

Jesus L. Rodriguez

El ejercicio durante la noche

El ejercicio durante la mañana tiene muchas ventajas, sí. Pero también encontramos razones para hacer ejercicio a la noche, cuando el día está a punto de llegar a su fin. El momento en el que todos están en sus casas cenando y mirando televisión puede ser la oportunidad perfecta para escaparnos al gimnasio, o a cualquier lugar, y hacer un poco de ejercicio.

Si te encanta dormir hasta tarde y jamás has podido ganarle una batalla al despertador, entonces eres un gran candidato a hacer ejercicio durante la noche. No pongas más excusas y ahora, cuando termines de trabajar luego del atardecer, ponte en movimiento. ¡Tiene muchísimas ventajas! Descubramos cuáles son.

  • Puedes disfrutar tranquilamente de tu ejercicio sin pensar en que tienes que terminar a tiempo para llegar a la oficina o a la universidad. Cuando nos ejercitamos por la noche, nos entregamos por completo a la actividad.
  • Como ya finalizó el horario laboral general, casi todas las personas están libres durante la noche. Eso quiere decir que puedes pedirle a tu mejor amigo o a tu pareja que te acompañe en el ejercicio y disfrutar de los beneficios de hacer ejercicio en grupo.
  • Como ya hemos cenado, estaremos bien alimentados y con energía para rendir mucho más. Además, si te ejercitas luego de comer, regresarás con menos hambre a casa y no comerás nada más hasta el día siguiente.
  • Si eres miembro de un gimnasio o un club muy concurrido, no tendrás que esperar para usar el aparato que deseas. Poca gente se ejercita durante la noche.
  • Te ayuda a despejar la mente de todo lo que has hecho en el día. Esto te ayudará también a tener un excelente descanso durante la noche.

Come un refrigerio. Si planeas ejercitarte después del trabajo, es bueno que comas al­go ligero antes de salir; te brindará energía durante el ejercicio y no estarás muerto de hambre al terminar.

Cámbiate en el trabajo: Esto es recomen­ dable, en particular porque te permite ir directo al gimnasio y evitas el clásico «todavía me tengo que cambiar,..».

Busca un gimnasio cercano. Sobre todo alguno que esté en el trayecto de la casa al trabajo (o viceversa). De esta forma, te será más fácil llegar a él y tendrás menos pretextos para faltar.

Ejercítate ligero. Si planeas hacer una rutina en serio, lo mejor es que la realices por lo menos tres horas antes de ir a la cama. La temperatura de nuestros cuerpos desciende un poco en las noches, y si haces mucho ejercicio elevarás la temperatura y esto te va a mantener despierto. Por ello es preferible que realices rutinas ligeras para no espantar el sueño.

Mezcla el ejercicio con la familia. Una de las principales razones por las que muchos evitamos el ejercicio por las noches no es la flojera, sino la familia. Puedes hacer ejercicio con tu pareja, ya sea nadar, correr, hacer pesas, etc. Otra variación: haz los ejercicios de calentamientos con los niños (si los tienes). Aparte de que les estás dando tiempo de «calidad», estás educán­dolos para llevar una vida más saludable.

A mucha gente no le queda más remedio que entrenar a última hora del día, aunque no sea la hora perfecta. Por la noche entrenar a tope tiene un problema, y es que podemos alterar el sueño. Ya sea entrenamiento de pesas o de resistencia, el ejercicio intenso por la noche puede jugarnos malas pasadas y hacer que no descansemos adecuadamente.

Después de una sesión intensa el organismo tarda incluso cuatro horas en recuperarsecompletamente, y con recuperarse queremos decir: volver a la frecuencia cardíaca normal, volver a recargar los depósitos energéticos musculares, recuperar el equilibrio hídrico y en general, volver a un estado de reposo que nos permita el correcto descanso.

Cuando hemos hecho una sesión muy intensa el organismo todavía está acelerado y si nos acostamos al poco tiempo podemos sentir la desesperación de un mal descanso: se tarda en coger el sueño, nos despertamos muchas veces, tenemos la sensación de no haber dormido al levantarnos. Todo estos son síntomas de un organismo que no puede descansar adecuadamente, lo que puede llevarnos a un estado de fatiga crónica.

En el entrenamiento hay que saber racionalizar la intensidad. No todos los días podemos entrenar a tope, hay que alternar días fuertes con otros de descanso y otros más flojos. Por esta razón podemos dejar el día fuerte de la semana para cuando podamos acercarnos por el gimnasio en horas más tempranas y así optimizar el entreno.

Si durante la semana es imposible podemos incluso plantearnos dejar el día fuerte para el sábado o domingo, donde tenemos tiempo de sobra para recuperar antes de irnos a dormir.

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