El tomar una cerveza hoy día es un hecho cotidiano que encierra un rito social cargado de cultura y al que debemos a nuestros antepasados egipcios, aunque la idea actual que tenemos de ella no coincida con la de la antigüedad en su aspecto alimenticio ya que hoy día se considera una bebida refrescante para unos, o una fuente nociva de alcohol para otros.
En los últimos quince años se han realizado investigaciones que demuestran que el consumo moderado de cerveza (10 g de alcohol diarios), es beneficioso para la salud. Si se ingiere en demasía, sus efectos beneficiosos simplemente desaparecen. De los peligros sociales que entrañaba su exceso, ya hablaban nuestros antepasados egipcios, con lo que se ve que no han cambiado mucho ni los usos ni las costumbres, ni la forma de vida: ”Si has comido tres panes y bebido dos jarras de cerveza y tu vientre no ha satisfecho, domínalo!… no te descuides al beber cerveza, no sea que digas algo malo y no sepas lo que has dicho. Si te caes (borracho) y te haces daño, nadie te echará una mano”.
En cuanto a la actual elaboración de la cerveza no dista mucho de la que fabricaban en el Antiguo Egipto pues en realidad está constituida con agua, cebada y lúpulo. Lo único en lo que difiere es en los procesos así como en la existencia de aditivos.
Saber la historia de la cerveza es, en realidad, saber los orígenes de la agricultura, acercarnos más a un determinado estilo de vida y reconocer que su presencia en nuestros días es imprescindible pues algo que se ha ido transmitiendo desde hace ocho mil años ha de ser beneficioso.
La elaboración de la cerveza, hace cinco mil años, en el sur de la antigua Mesopotamia –lo que actualmente llamamos Iraq- supuso un importante cambio en la alimentación. Fue descubierta casi por accidente: el agua se mezcló con grano, con cereales y alguien decidió beber el líquido resultante.
De Mesopotamia, la cerveza pasó a los egipcios; parece ser que fue aquí, en esta avanzada civilización, donde aparece por primera vez como bebida procedente de cereales fermentados atribuyéndosele, por tanto, su invención así como su producción a gran escala. Herodoto -siglo V a. de C.- dice en el libro II de sus Historias: “El vino que beben de ordinario es una especie de vino hecho de cebada, pues ellos no tienen viñas en su país”.
Importancia de la cerveza
En el Antiguo Egipto, el consumo de la cerveza fue de vital importancia para la población (el pan y la cerveza eran denominados “los dos nuevos ojos”, en alusión al “Ojo de Horus”), no sólo por su gran valor alimenticio y calórico (la cerveza egipcia se comía por su alto contenido en proteínas e hidratos de carbono) sino también por sus diversas aplicaciones medicinales. Se introdujo como parte esencial de una dieta cotidiana bastante monótona gastronómicamente hablando. La tomaban todos: faraones, campesinos, artesanos ciudadanos y niños (su graduación no debería ser excesiva), por ser barata y abundante. Todas las personas tenían derecho a cinco hogazas de pan y dos vasos de cerveza al día.
La importancia de la cerveza en el Antiguo Egipto no sólo se veía reflejada como alimento cotidiano sino también en la muerte, en los sueños y en las ofrendas. Los arqueólogos han encontrado en las tumbas, pequeñas figuras de trabajadores; se cree que creaban cerveza para la vida del muerto en el Más Allá. También se agregaban expresiones como “pan y cerveza” con el significado de “alimento” o “vida”. Soñar que se tomaba cerveza caliente se interpretaba como una posible pérdida de bienes. En las ofrendas al rey difunto se le prometían panes que no se desmigajaran y cerveza que no se agriara (podemos entender que ésta lo hacía con cierta facilidad).
La cerveza era tan considerada en la vida social, que Ptah-Hotep, el visir Del Rey Isesi de la V Dinastía, en sus “Enseñanzas”, muestra la forma con la que hay que comportarse y de cómo y con quien debían beberla: “No te sientes en una cervecería para juntarte con otro mayor que tú, tanto si es joven pero grande por su cargo, como si es anciano por su nacimiento. Toma como amigo a un hombre de tu condición”.
Hasta tal punto fue importante, que si no hubiera existido la cerveza, las pirámides seguramente no se hubieran podido construir ya que los obreros, a causa de la dureza de los trabajos para su construcción, recibían cerveza para hacerles sobrellevar los rigores del calor y de las enormes tareas que tenían que realizar.
Los ejércitos llevaban sus propias cerveceras; la cerveza confortaba a los soldados tras las duras jornadas guerreras.
Los cereales (la espelta, el trigo, la cebada y el centeno), y más concretamente el pan y la cerveza, al ser los alimentos más consumidos por los egipcios, constituían la base de la agricultura, y eran considerados la medida de riqueza de quien lo poseyera, e igualmente servían como pago de impuestos.
Tipos de cerveza
De los tipos y calidades de la cerveza se nos habla en multitud de documentos, siendo el más antiguo el de la Pirámide de Unas, de la V Dinastía, o sea, hace más de 4.500 años, en él encontramos la denominada “tnm”, pero a lo largo del desarrollo de las siguientes veinticinco Dinastías descritas por el sacerdote Manetón, se han encontrado reseñas de hasta diecisiete tipos de cerveza, si bien cada maestro cervecero, factor’a o nomo tenían sus peculiaridades y particularidades y por tanto es posible que hubiese más. Había cervezas hechas a base de trigo rojo, espesas, malteadas, fuertes, especiales para ofrendas, hechas con cebada del Alto o del Bajo Egipto, dulces, saladas, con dátiles, etc. Principalmente, se sabe que existían dos tipos: la roja, y la clara, colores que dependían del cereal utilizado. De ellos, una era más floja y dulce llamada Higit, y otra de sabor y textura más fuerte denominada Sejepet y Jenea. En general, se trataba de un líquido espeso (tanto que no se bebía sino que se “comía”), turbio y dulzón, sin espuma y con gran número de impurezas, aunque para mayor sofisticación, se filtraba y tras un proceso más elaborado también se bebía.
El contenido alcohólico variaba según el proceso de fabricación desde los 4¼ de la cerveza común hasta los 14º o más de la cerveza fuerte. Se consumía principalmente para la comida por su gran aporte de proteínas e hidratos de carbono