Todos adoramos los masajes, e incluso los más atrevidos somos capaces de pedirle al familiar o amigo más cercano que nos conceda al menos 5 minutos de masajes para relajarnos y ablandar las contracturas de nuestros hombros y cuello.
El problema es que no siempre tenemos a alguien cerca y, mucho menos, con la disposición de proporcionarnos unos minutos de masajes con sus manos. Es la única gran desventaja de los masajes: es un deleite recibirlos, pero muy cansador otorgarlos.
Por eso fantaseamos muchas veces con la posibilidad de concurrir a un spa o clínica corporal para relajarnos sobre una tabla y recibir, de manos de un profesional, una buena y completa sesión de masajes.
¡A romper con las excusas!
Pero, ¿por qué en vez de fantasear no concretamos ese deseo? Falta de tiempo o de dinero, o incluso vergüenza, son las excusas más frecuentes para sucumbir al placer de los masajes.
Hoy te propongo que quiebres todas esas barreras, tomes una pequeña parte de tus ahorros y te tomes una hora del día para recibir una buena sesión de masajes. ¿No tienes dinero? Utiliza parte de esos ahorros que pensabas invertir, por ejemplo, en tus planes para el fin de semana, y escoge a un profesional que no cobre enormes sumas de dinero (pero que sea un profesional garantizado). ¡Te aseguro que no te arrepentirás!
¿No tienes tiempo? ¡Pues hazte de él! Y si te da vergüenza, es momento de que la venzas: el premio será sumamente reconfortante, y varios seguirán tu ejemplo.
Beneficios de los masajes
Mi insistencia para que dediques tu día de hoy a una buena sesión de masajes no es solo para que disfrutes de la sensación de placer inmediata que provocan. Los masajes brindan numerosos beneficiosos para el funcionamiento de nuestro organismo. Veamos por qué.
Reducen el estrés
Estimulan la circulación sanguínea (y, por ende, de oxígeno y nutrientes)
Refuerzan el funcionamiento del sistema inmunológico (nuestras defensas naturales)
Mejoran la calidad de nuestra piel (porque mejoran la circulación)
Alivian los dolores (musculares, de los huesos y de cabeza)
Mejoran la flexibilidad de las articulaciones
Mejoran los cuadros de depresión (porque hacen que liberemos endorfinas)
Además, y aunque seas de aquellos que detestan que los toquen, el contacto humano que implican los masajes también es beneficioso, porque, entre otras cosas, permite un traspaso de energía saludable entre ambas personas: el masajista sabe cómo transmitirte energía saludable.
Un consejo extra: ¡prueba también masajes para los pies en casa!
Ya no vaciles… Bríndate a ti mismo este gusto que vienes postergando y, aún mejor: tómate un día de cada mes para disfrutar de unos reconfortantes masajes. Te costará menos que la cuota de un club o gimnasio (que puedes reemplazar por ejercicios en casa o parques), y será igual de beneficioso.
¡Y que tengas un relajante fin de semana!