Todos sabemos que tanto las verduras, las hortalizas, carnes, frutas y pescados son los alimentos que debemos tener presentes en nuestra dieta diaria, así como lácteos y huevos, por eso hoy haremos referencia a los champiñones, una seta muy común de la que se conocen varias especies y que crece en países diversos, para que sepáis todos los beneficios y aportaciones que producen al organismo.
Así pues, comentaros que los champiñones contienen muy pocas calorías, por eso es normal encontrarlo en dietas de adelgazamiento como guarnición de carnes o pescados, así como en tortillas, porque contiene grandes niveles de potasio, ayuda a la retención de líquidos y a las personas que tienen hipertensión arterial.
Del mismo modo, destacar también que el champiñon es una fuente importante de vitaminas, tales como la B, que ayuda al buen funcionamiento del sistema nervioso, aportando al organismo selenio y zinc, que ayuda bastante con la salud del cabello y la fortaleza de las uñas, para regular ademas los problemas de colesterol, siendo el champiñon un alimento de rápida digestión.
Por otro lado, mencionar que el selenio aporta al organismo esas propiedades antioxidantes, previniendo enfermedades como tumores o de tipo digestivas. Para el consumo del champiñon, se recomienda que tengáis cuidado, ya que si son de cultivo estarán controlados, pero podéis correr riesgo de envenenamiento si los cogéis al aire libre y no los conocéis bastante, pero una vez los tengáis en casa, en uno de los mejores alimentos que podréis hacer como guarnición, tanto a la plancha, al horno o rebozados.
El champiñón aporta poca energía (25 kcal por 100 gramos de porción comestible). Su principal componente son los carbohidratos (después del agua), entre los que destacan las pentosas, metil-pentosas, hexosas, sacarosa, y el manitol, que se encuentra en cantidad especialmente elevada.
Constituyen una buena fuente de fibra (2 g por 100 gramos de alimento), cuyo principal componente es la quitina, polímero de N-acetilglucosamina, importante polisacárido estructural encontrado en la pared celular. La fibra, proporciona sensación de saciedad, aumenta el volumen fecal, mejora el tránsito intestinal y protege frente al cáncer de colon y la enfermedad cardiovascular.
Además, su alto efecto saciante y su bajo contenido calórico convierte al champiñón en un alimento muy útil en dietas hipocalóricas.
Los champiñones constituyen una buena fuente de aminoácidos esenciales, si lo comparamos con el resto de los vegetales, ya que, aunque en baja cantidad, contienen todos los aminoácidos esenciales.
Aunque su contenido en grasas es muy bajo, la calidad de su grasa es muy satisfactoria, ya que más de un 80% de grasa que contiene, es grasa insaturada (ácido linoleico).
Dentro de las vitaminas, destaca su contenido en tiamina (vitamina B1), riboflavina (vitamina B2), niacina (de hecho es uno de los vegetales con mayor contenido en esta vitamina) y folatos, sin embargo es pobre en vitamina C, y apenas contiene provitamina A y vitamina E.
El champiñón también contiene cantidades considerables de potasio, fósforo, zinc, cobre y hierro.
Hace algunos años algunos autores relacionaban algunos componentes de los champiñones con el riesgo de inducir carcinogénesis en animales de experimentación, demostrándose posteriormente que no existía tal efecto. De hecho, en la actualidad, algunos autores han sugerido que una dieta rica en champiñones podría actuar como preventiva frente al riesgo de sufrir cáncer de mama (estos tumores son dependientes de estrógenos), dónde parecen actuar inhibiendo la actuación de la enzima ´aromatasa estrogeno sintetasa´, frenando de esta forma la proliferación de este tipo de tumores.
Por otra parte, se ha demostrado que el consumo de champiñones en animales de experimentación con diabetes de tipo I, produce un efecto retardante en el desarrollo de la diabetes en estas ratas y reduce los síntomas asociados a esta patología como hambre, sed, pérdida de peso, etc.
Asimismo, debéis saber que si sois amantes del consumo del champiñon no dudéis en hacerlo al menos dos o tres veces por semana, realizándolo de formas variadas, tanto rellenos, como en tortilla, como os hemos presentado aquí en otras veces, seguro que vuestro organismo os lo agradece con el tiempo.