Comprendemos que para todas aquellas que acaban de dar a luz, es importante recuperar su figura. El embarazo es un proceso de innumerables cambios en nuestro organismo, que a pesar de entenderlos, nos resultan bastante desalentadores pues nos preocupa no volver a tener la figura que teníamos antes de estar embarazadas.
Lo primero que debemos tener en cuenta es nuestra salud. Expertos en nutrición afirman que la lactancia no es el mejor momento para seguir una dieta de adelgazamiento y de hecho, de por sí, dar el pecho ayuda a la mujer a recuperar su peso más fácilmente. Si queremos conservar nuestra salud y la de nuestro bebé lo mejor será tener paciencia.
Lo que sí podemos hacer es mantener el peso y evitar añadir algunos kilos de más hasta que termine la etapa de la lactancia. ¿Cómo hacerlo? Aquí van algunos consejos: debemos evitar los alimentos ricos en azúcares simples y grasas, moderar el consumos de grasas y reducir el consumo de las saturadas; consumir mejor pescado que carne y tomar el aceite de oliva en cantidades moderadas.
Pero además: si vamos a comer carne, procurar que sea magra como aves de corral, cocinar los alimentos a la plancha hervidos o al microondas, evitar los fritos, empanados y las salsas; potenciar el consumo de frutas y verduras y el consumo de zumos y licuados de hortalizas. Pronto acabe el proceso de lactancia podremos seguir una dieta con la que podremos bajar el peso ganado saludablemente.
Consejos útiles:
- No te sometas a dietas rigurosas de ninguna especie debido a que puede llegar a afectar la calidad y cantidad de leche; en cambio, una alimentación equilibrada y racionalcomenzará a producir efectos positivos en tu figura.
- Tomá muchos líquidos: No menos de 1 libro y medio diario. Agua fundamentalmente, jugos naturales, caldos de verduras caseros o dietéticos.
- La cantidad de lácteos: 3 vasos de leche o yogurt descremados y el tamaño de 1 casete de músicas de queso compacto magro (menor al 6 % de grasas). Eso te ayudará a tener una mayor cantidad de leche y a reducir tu peso corporal.
- Las grasas a cubrir serían a través de las grasas útiles que son: aceites vegetales puros (oliva, girasol. canola, etc.) únicamente 1 cucharadita tipo té en los almuerzos y otra en las cenas, para condimentar las ensaladas.
También puedes consumir: frutas secas (20 maníes grandes o 10 almendras o 5 nueces), o 7 a 8 aceitunas diarias si no tienes hipertensión arterial.
- No dejes de consumir carnes rojas o cerdo magro 2 a 3 veces por semana una ración mediana. Eso ayudará a prevenir la anemia.
- El aporte de fibra es necesario para evitar la constipación, con lo cual es muy importante que no dejes de incluir diariamente como mínimo una ración de ensalada de vegetales crudos abundantes, frutas frescas con toda su cáscara o su pulpa, panes integrales, cereales integrales como arroz integral.
- Incorpórale al caldo: 2 cucharadas soperas de salvado de trigo o semillas de lino trituradas en el momento (no compres las que ya están trituradas: pierden las propiedades) en el caso que estés constipada.
- No te saltees comidas. De esa manera podrás evitar futuras compulsiones y te garantiza un aporte constante de energía a tu organismo y evitas molestias estomacales, como sensación de pesadez, agruras y acidez, síntomas tan comunes cuando se hacen dos comidas muy abundantes en todo el día.
- Es importante que efectúes actividad física. Si durante el embarazo no la implementaste, consúltale a tu médico el tipo que puedes realizar y su frecuencia.