De todas las opciones no farmacológicas para el estreñimiento infantil, la fibra es, sin duda, la más resolutiva de todas. Así lo apunta una revisión de nueve estudios en los que se analizan otros remedios como la ingesta de probióticos, prebióticos, movimiento físico e incluso terapias alternativas, por ejemplo, la homeopatía y el yoga.
Como explican los autores de este trabajo, publicado en la revista ‘Pediatrics’, el estreñimiento infantil es un problema común en la infancia. Según Gerardo Diego, jefe de Gastroenterología infantil en el Hospital La Paz de Madrid, «puede suponer el 3% de las consultas en Atención Primaria y entre el 10% y el 15% de las visitas en nuestra especialidad».
Es muy frecuente alrededor de los dos años, asegura María José Martínez, médico adjunto de la sección de Gastroenterología del Hospital Niño Jesús de Madrid. «Es el momento en el que empiezan a quitarles el pañal y a muchos niños les cuesta pasar a la siguiente fase».
Aunque el primer paso del tratamiento consiste en dar unas recomendaciones básicas de alimentación (cantidad adecuada de fibra y líquidos), existen otras medidas no farmacológicas sobre las que no hay demasiada literatura científica. Después de que este grupo de expertos de Países Bajos revisara nueve estudios con un total de 640 participantes, confirmaron que ninguno demostraba efecto alguno de los probióticos, prebióticos, movimiento físico o terapias alternativas como la acupuntura, la homeopatía o el yoga.
En España, comenta Martínez, «los padres no recurren a la medicina alternativa para el estreñimiento. Este comportamiento es más americano. Aquí, la mayoría acude al médico». Y es lo que deben hacer, subraya la especialista.
Cuando los padres observen que sus pequeños hacen pocas deposiciones y además son dolorosas, lo primero que tienen que hacer es pedir cita en Atención Primaria. Antes de nada, hay que descartar un posible problema orgánico, como ano anterior, aunque «esto sólo ocurre en un 1%-2% de los casos. El resto se debe a una alimentación inadecuada o cierta tendencia por herencia de los padres», señala el doctor Prieto.
«Analizamos la dieta que mantienen y la modificamos para que ingieran una cantidad adecuada de fibra (la edad más 5, traducidas las cifras a gramos por día) y líquidos», argumenta María José Martínez. Muchos beben poca agua y también hay casos en los que hay exceso de fibra (cereales, fruta y verdura). A pesar de lo que pueda parecer, esto último no ayuda. «En los menores de tres años, el intestino y el colon se mueven más despacio que en el adulto. Una excesiva cantidad de fibra crea un bolo fecal más grande de lo que su intestino puede mover».
Además de modificar la dieta, es fundamental crear hábitos defecatorios saludables, es decir, «que el niño se siente todos los días a la misma hora en el orinal y que apoyen siempre los pies en el suelo, para facilitar la presión», apunta la doctora.
Evitar los supositorios
En los lactantes, «se recomienda ponerlos boca arriba con las piernas flexionadas hacia arriba, a la vez que se le masajea la tripa» y, por lo general, hay que evitar los supositorios y cualquier otra medida de estimulación rectal. «Se acostumbrarían a esto y crearían una especie de acto reflejo con el que sólo evacuarían con estímulo».
Sólo con la educación y la dieta, el estreñimiento leve mejora. Sin embargo, remarca el doctor Diego, cuando son más graves, «la fibra y los líquidos no resuelven y hay que indicar tratamiento farmacológico que ablande las heces y estimule la motilidad intestinal».
Según los dos especialistas españoles, es importante tratar este problema desde el inicio, ya que se podría cronificar y el abordaje sería más complicado.