Aunque deleitarse con una buena comida es algo gratificante, a veces puede traer consecuencias, como la indigestión. Esta molestia aparece por alteraciones en los procesos digestivos del sistema digestivo superior (esófago, estómago y duodeno) y se manifiesta con un gran dolor, muchas veces con ardor en la parte superior del abdomen (entre las costillas y el ombligo). Suele venir acompañada además por una sensación de hinchazón, náuseas (incluso vómitos) y regurgitaciones.
La mayoría de las veces, la indigestión es un fenómeno repentino y de larga duración. Algunos la sufren crónicamente y deben someterse a examenes médicos rigurosos y pruebas de laboratorio para excluir enfermedades graves del aparato digestivo superior.
Placeres prohibidos
Entre los alimentos difíciles se encuentran las grasas, cebolla, pepino, tomates y dulces. Las grasas tienen mala fama por ser pesadas: con ellas, el estómago ralentiza su vaciado. También puede ser perjudicial comer dulces antes de las comidas principales y tomar frío invernal después de comer.
Por su parte, el alcohol tiene efectos irritantes sobre la mucosa digestiva porque ataca la capa protectora de su superficie. Beber cafeína o té negro al comer acelera la eliminación de ácido gástrico, mientras que un vaso de agua helada tiene el efecto contrario: la baja temperatura reduce la secreción de ácido y frena la digestión.
Cuidado con el estrés
El estrés puede ser otro factor que provoque indigestión. Si alguien está estresado, su organismo segregará grandes cantidades de hormonas que redirigirán la sangre desde zonas de poca importancia (el tubo digestivo, entre ellas) hacia los órganos vitales (corazón, cerebro, hígado, etc.) y los músculos, preparando al organismo para luchar o huir.
En esos momentos, las funciones de poca importancia en momentos críticos, como la digestión, se reducirán drásticamente.
Por eso, si comes en un estado estresante, la digestión tendrá fallas: los alimentos permanecerán más tiempo en el estómago y el intestino delgado y el tránsito será lento. Así, las señales de indigestión, como dolores e hinchazón, no tardarán en aparecer.
Diagnóstico de exclusión
No existe una prueba médica específica para hacerse contra la indigestión, ya que si los exámenes son normales y la indigestión se mantiene, los médicos la califican como una dispepsia no ulcerosa y la tratan según esos síntomas. Es precisamente porque puede ocultar problemas más serios que se recomienda siempre hacerse una serie de pruebas para comprobar que todo esté en orden: la prueba de barita, endoscopia digestiva alta, ecografía abdominal, electrocardiograma y análisis de sangre.
Más allá de esto, la prevención es el mejor tratamiento. Como la secreción gástrica ha dejado de ser considerada la causante de la indigestión, la vieja receta de usar antiácidos y productos antisecretivos ya no se recomienda, aunque muchos aún los usan. El carbón activado ayuda, pero no se debe abusar porque no sólo absorbe los gases y las bacterias, sino también las enzimas digestivas, minerales útiles y vitaminas. Una buena ayuda son también los suplementos con enzimas digestivas que toman antes de comidas grandes.
Tratamientos homeopáticos
Más allá de los exámenes médicos recomendados para detectar patologías más graves, la homeopatía ofrece más de un remedio contra la indigestión, aunque su elección debe hacerse según criterios específicos. Algunas buenas opciones son las siguientes.
me gusto la información pero falta el tratamiento 🙂