Las personas que hacen del trabajo el centro de su vida tienden a aislarse y a descuidar las relaciones con su pareja y su familia.
En inglés se denomina workalcoholic a la persona con una necesidad incontrolable de trabajar. Es decir, un “alcohólico” del trabajo o persona dependiente del trabajo.
Como cualquier otra adicción, la del trabajo oculta un trasfondo que suele ser la necesidad de sentirse valorado, de tener el control absoluto, la baja autoestima, el afán de éxito
¿Cómo descubrir a un adicto al trabajo? Aquí es donde surgen los primeros problemas porque, muchas veces, el entorno de dicha persona no ve mal su comportamiento. «Si una persona practica juegos de azar, toma drogas o bebe de forma descontrolada, estas conductas son consideradas reprobables ante uno mismo y ante los demás. Pero trabajar más de la cuenta, incluso en fines de semana o renunciando a las vacaciones, parece algo respetable», explica Marisa Bosqued.
¿Cómo saber si has pasado de trabajar para vivir a vivir para trabajar? Se trata de un proceso gradual: suele oscilar entre los cinco y los veinte años. «Comienza como una ambición profesional mayor de la media, que para poder llegar a conseguir sus metas necesita de una dedicación laboral que también está bastante por encima de la media».
Marisa Bosqued ha realizado una división de los síntomas más habituales entre los adictos al trabajo.
De este modo, encontramos tres grupos diferentes. En primer lugar los cognitivos o mentales: ansiedad e irritabilidad; depresión; necesidad creciente de trabajar más y dedicarle más tiempo al trabajo; preocupación constante por el rendimiento laboral; la sensación continua de estar agobiado, de no llegar a todo; sensación de vacío emocional; la infravaloración de otros tipos de actividad distintos a la laboral…
Otro grupo de síntomas son los fisiológicos: estrés, insomnio y, a largo plazo, hipertensión arterial y aumento de sufrir enfermedades vasculares. El tercer grupo son los síntomas de comportamiento: la necesidad casi compulsiva de realizar listas de cosas por hacer y de anotar en la agenda hasta el más mínimo detalle; incapacidad de estar sin trabajar durante un período prolongado sin experimentar ansiedad, inquietud e irritabilidad; alejamiento de la familia y los amigos…
Para solucionar un problema de adicción al trabajo primero hay que reconocer que lo padecemos. Después, establecer un contrato terapéutico; realizar un inventario de uno mismo, un análisis en profundidad de la trayectoria vital; establecer un programa de actividades alternativas que tendrá que cumplir obligatoriamente (ocio con la pareja, con los hijos, con los amigos, ocio solitario…); reducir, de forma paulatina, las horas que se dedican al trabajo; priorizar lo urgente y lo que no lo es tanto; entrenarse en técnicas de relajación, y cambiar las actitudes, desterrando ideas sobre el perfeccionismo y el éxito.