Todos hemos jugado alguna vez a las cartas, o nos hemos ido de compras y nos hemos permitido un capricho. Seguro que también nos ha tocado quedarnos a trabajar en alguna ocasión más horas de las que tocaba y como no nos hemos pasado un buen rato navegando por la red. Todo esto que parece algo inofensivo e incluso cotidiano puede llegar a convertirse en una enfermedad adictiva. Actualmente el porcentaje de personas que los sufren se sitúa en el 10-15% de la población.
Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas sufre trastornos de la conducta relacionados con las adiccionessin sustancia. Lo que suele comenzar como una conducta ocasional aumenta hasta convertirse en patológica.
Las adicciones sin sustancia y las químicas (drogodependencias) presentan un perfil clínico y un enfoque terapéutico similar. Según el Dr. José Ángel Arbesú, coordinador de Salud Mental de SEMERGEN, “los pacientes que padecen una adicción sin sustancia tienen semejanzas con los adictos a sustancias ya que en ambas existe tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia con patrones conductuales perniciosos o desadaptativos consolidados y repetitivos”. Las adicciones sin sustancia sustituyen una sustancia determinada (alcohol u otras drogas) por procesos como Internet, juego, uso del móvil, etc.
Sin embargo, estas nuevas adicciones pasan más inadvertidas y son más aceptadas socialmente.
Entre los rasgos específicos de la personalidad que condicionan al futuro adicto sin sustancia se encuentran la impulsividad disfuncional, baja autoestima asociada a un carácter neurótico, inseguro, con hipersensibilidad, timidez y tendencia a fobias sociales e introversión, asociada a síntomas ansiosos. También suelen darse indicios de enfermedades mentales que pueden ser previas o como consecuencia de la adicción siendo la más frecuente la depresión y el trastorno de personalidad.
El tratamiento se debe personalizar en función del entorno y del tipo de adicción. Al comienzo del tratamiento, el paciente puede negar su problema o no reconocer la gravedad del mismo. El tratamiento adecuado pasa por una serie de premisas, tal y como expone el Dr. García Campayo:
1.- Reconocer la existencia del problema.
2.- Tratar las enfermedades asociadas si existen (sobre todo depresión).
3.- Reducir progresivamente el tiempo dedicado a administrarse el proceso.
4.- Apoyo psicológico y/o grupos de autoayuda para entender y modificar las causas que han llevado a la adicción (rasgos de personalidad, sucesos vitales, presión del entorno).
5.- Pueden ser necesarias ayudas farmacológicas para facilitar el control de la adicción.
Entre las principales adicciones sin sustancia destacamos:
– Ludopatía; es la más extendida, afecta a una mujer por cada tres hombres de entre 18 a 40 años, en España hay unos 450.000 jugadores patológicos.
– Compras compulsivas; afecta entre un 1,1 y un 5,9 de la población, mucho más extendido en mujeres (80%)
– Adicción al trabajo; necesidad excesiva e incontrolable de trabajar incesantemente afectando a la salud y a la felicidad de los que le rodean. Afecta a un 10% de la población tanto en hombres como en mujeres, dedicar más de 50 horas a la semana a trabajar puede ser un indicio de la enfermedad.
– Internet; puede ser el más peligroso, tanto por el uso de los juegos como los chats. Puede llegar a enganchar a cualquiera que se acerque, pues es en si mismo adictivo.
¿Crees que puedes tener algún tipo de adicción sin sustancias, pero sustancialmente adicitiva?