La principal finalidad de la comida es proporcionar energía para vivir, aunque no es la única. Actualmente no se come sólo para sobrevivir, sino que la comida también satisface otras necesidades y otros aspectos.
Nacemos sabiendo comer, lloramos para pedir alimento cuando tenemos hambre y dejamos de comer cuando estamos satisfechos.
¿Qué nos ocurre después?. Lo que sucede es que vivimos en un entorno donde usamos la comida para todo, y finalmente acabamos teniendo una relación distorsionada con la comida, aprendiendo a comer en exceso y mal, no teniendo el mínimo adiestramiento de la tolerancia a la sensación de hambre y acabamos sin una clara separación entre las razones fisiológicas (hambre) y emocionales (ansiedad, tranquilidad o placer) que nos inducen a comer. Es decir, aprendemos a relacionar una falsa sensación de hambre con diferentes necesidades psicológicas, acabando comiendo por cualquier motivo menos por hambre, y al final las calorías se van acumulando, produciendo un exceso de peso.
Darse cuenta de las causas por las que se comen en exceso, tenerlas en cuenta y encontrar una estrategia práctica para cambiar nuestra relación con la comida contribuirá al éxito de perder esos kilos de más.
Causas generales por las que comemos en exceso:
- Por estímulos externos: estamos rodeados de comida a todas horas, por ejemplo comer por estímulos externos es ir a un buffet libre, tener máquinas expendedoras en el trabajo, ver nuestra comida favorita en anuncios, etc.
- Por refuerzo positivo: para celebrar “cosas”, y por el propio placer que nos proporciona comer.
- Por refuerzo negativo: comer “algo” nos ayuda a eliminar el aburrimiento, la ansiedad, rabia… (al comer por refuerzo negativo, también se une el refuerzo positivo, por el propio placer de comer)
La mayoría de nosotros tenemos exceso de peso porque comemos más calorías de las que nuestro cuerpo gasta durante el día. La clave son las matemáticas: Cada 7000 calorías ingeridas de más y no quemadas equivalen a un kilogramo en nuestro peso, si en 24 horas yo ingiero más calorías de las que consumo, engordo; y si por el contrario gasto más de las que consumo, adelgazaré. Al pasar una semana, por ejemplo, si yo he ingerido 3500 calorías menos de las que yo normalmente ingiero, adelgazaré medio kilo esa semana.
La dieta, entendida como el conjunto de nutrientes que se ingieren durante el consumo habitual de alimentos, es lo que influye, al final, en nuestro peso; y ¿Quién decide cómo es nuestra dieta? Nosotros elegimos ¿Qué comer? ¿Cuándo comer? y ¿Cómo comer?.
Según un estudio que elaboró la psicóloga Cynthia G. Last, hay personas a quienes les gustan los dulces. Hay quienes no prestan importancia a lo que comen, y lo hacen en cualquier parte, a toda prisa. Otros comen para sentirse con energía. Y otros, cuando se sienten estresados, no pueden parar de comer. Incluso algunos, utilizan la comida para escapar de los problemas cotidianos. Nos guste o no, engordamos porque comemos más de lo que necesitamos. Pero ¿Cuál es tu motivo?: ansiedad, aburrimiento, placer…
Last afirma que existen cinco razones predominantes para comer en exceso, cinco perfiles psicológicos que conducen al exceso de peso, cada uno con un tratamiento psicológico distinto:
- La impulsividad: comer sin dedicarle demasiada atención a lo que comen, a menudo también hacen algo más cuando comen, teniendo prisa normalmente.
- El hedonismo:buscan el placer en la comida, prefieren la calidad antes que la cantidad, centrándose en temas de comida.
- La reducción de estrés:comen ante la sensación de nervios, ansiedad,…para calmarse, lo que les lleva a comer en exceso.
- La evasión:evitan enfrentarse a los problemas a través de la comida, comiendo a cualquier hora y lugar, lo que le facilita no pensar.
- La búsqueda de energía: estas personas comen ante la percepción de decaimiento. Logran activarse y se sienten en armonía usando la comida.
Para muchas personas ingerir en exceso es su mayor enemigo y a la vez su refugio emocional, en estos casos, el problema no se resuelve controlando los alimentos que se ingieren, además hay que conocer y poder hacer frente a otras variables. Por este motivo, para muchas personas bajar de peso no es sólo una batalla física, sino también una lucha profundamente personal y emocional. Si no se afrontan los problemas emocionales y conductuales subyacentes, una dieta no servirá de nada, porque aunque de momento nos haga adelgazar, no logrará mantenernos en el peso deseado.
¿Un problema emocional?
Es un problema que afecta de forma integral a quienes la padecen, ya que no solamente ocasiona diversos problemas fisiológicos, sino también muchos problemas emocionales y sociales.
El comer compulsivamente, se caracteriza por comer una gran cantidad de alimento sin poder controlarla, aunque no se tenga hambre o ya se sienta el estómago lleno, o sea que se pierde el control de lo que se come. Muchas veces sucede cuando la persona no puede controlar una emoción negativa y su ansiedad aumenta, lo que ocasiona un problema metabólico que se convierte en un círculo vicioso, come, se angustia, come, se angustia.
Otra característica es la obsesión a la comida y por iniciar dietas de todo tipo, que no llegan a concluir y rompen fácilmente y en muy poco tiempo.
Estas personas, por lo general se sienten culpables por no poder controlar la ingestión de alimentos y llegan a obsesionarse por su peso de forma enfermiza.
El comedor compulsivo, a diferencia de los enfermos de bulimia y anorexia, no se inducen el vomito, ni toman laxantes ni diuréticos.
Las personas que padecen este tipo de trastorno responden de manera inadecuada a situaciones de stress, problemas cotidianos y conflictos emocionales. Tienen baja autoestima, son perfeccionistas y exigente y con tendencia a la impulsividad. El alimento lo utilizan como una forma de calmar las situaciones que les son difíciles de sobrellevar.
Hombres y mujeres comedores compulsivos se esconden algunas veces detrás de su apariencia física, creando un bloqueo entre ellos y la sociedad y se sienten culpables por no ser lo suficientemente buenos. Muchos de ellos fueron víctimas de abuso sexual.
Con una baja autoestima, acompañada de una necesidad de aceptación, validación y cariño, los episodios de atracones y los momentos en los que come, se convierten en una obsesión y en una forma de olvidar el intenso dolor que les produce el no ser aceptados y el afán de ser queridos.
El problema no consiste en la cantidad de calorías, ni en la cantidad de grasas o carbohidratos, más bien radica en la calidad de estos. Si consumimos grasas crudas como la del aguacate, aceite de oliva y omega tres; si consumimos carbohidratos como los de las frutas, los de las verduras y los de la miel de abeja, por ejemplo, nos darán mejores resultados que si consumiéramos carbohidratos refinados, que al final terminan convertidos en grasas de reserva, como las del pan, galletas, sopas de pasta, azúcar y algunas frituras. Al requerir mayor cantidad de insulina, estos carbohidratos refinados desequilibran la bioquímica corporal y además incitan al cerebro a que pida más glucosa y se hace un círculo vicioso del que es muy difícil salir. Recordemos que el cerebro se alimenta de grasas y glucosa; cuando no le llega, pide, por eso hay que suministrarle de la mejor calidad.