El nombre caá-je-é es una transcripción aproximada de su denominación en idioma guaraní, y significa “hierba dulce”. Es una planta subtropical, abunda especialmente en Paraguay y el noreste argentino.
Su nombre científico es stevia rebaudiana y tiene la propiedad principal de presentar un sabor dulce sin que contenga azúcar, por lo cual se la utiliza como edulcorante y puede ser consumida por los diabéticos y por las personas que buscan controlar o reducir su peso, ya que no tiene valor calórico.
Desde Paraguay al mundo
Ya la usaban los guaraníes de la región desde la época precolombina para endulzar el mate y otras infusiones. Los colonizadores españoles no le prestaron atención, y sólo a fines del siglo XIX fue investigada por el científico suizo Moisés Bertoni, en colaboración con el químico paraguayo Ovidio Rebaudi.
Al comprobar las excelentes propiedades de la planta, comenzaron a cultivarla con éxito, y poco después fue introducida en Japón. En Paraguay se cultiva en gran escala desde 1970, y a partir de entonces se introdujo en numerosos países de América y Europa, en Israel y sobre todo en China.
El azúcar saludable
Los compuestos endulzantes de la stevia se encuentran mayormente en las hojas. Además de ser un edulcorante natural sin efectos secundarios indeseados, tiene propiedades antioxidantes, posee actividad antibiótica y mejora el sistema circulatorio.
Se utiliza para calmar trastornos estomacales, como también para aliviar afecciones bronquiales. Produce efectos beneficiosos en la absorción de las grasas y el control de la presión arterial. Contiene carbohidratos, proteínas, vitaminas y minerales.
Actualmente se consigue en el comercio en su forma natural o en polvo, y también ha sido incorporada a numerosos productos farmacológicos y cosméticos.
La leyenda de Onagait, el origen de la stevia
Una planta de propiedades tan particulares merecía tener una leyenda que explicara su origen. Y efectivamente la tiene y es muy bella. Cuentan que en una época inmemorial vivían en la región dos naciones separadas por un odio terrible que se fue transmitiendo de generación en generación durante siglos y que muchas veces había ocasionado guerras crueles, en que ambas naciones querían exterminarse mutuamente.
Mucha sangre se derramó, hasta que intervino Onagait, que era un espíritu superior y consiguió que los dos pueblos recapacitaran y pusieran fin a la lucha.
Desde entnces, vivieron muchos años en paz. Al morir Onagait lo enterraron con grandes honores y homenajes y no había pasado mucho tiempo cuando notaron con sorpresa que sobre su tumba crecía una planta desconocida que tenía la savia dulce; la llamaron caá-je-é, y comprendieron que esta benéfica planta les recordaría por siempre su compromiso de amor y fraternidad.