Evitar dietas con exceso de proteínas. Durante las fiestas se toman demasiadas grasas y proteínas, hecho que obliga a depurar el organismo. Las dietas ricas en proteínas aportan un exceso de productos de origen animal, altos en grasa y pobres en fibra.
Se consumen pocos carbohidratos, por lo que este tipo de nutrición no es equilibrada y daña considerablemente la salud. Los alimentos de origen animal no son la causa directa del cáncer, pero también parece demostrado que el mayor consumo de los mismos, combinado con una ingesta menor de productos agrícolas frescos, tiene más riesgos de padecer la enfermedad.
El consumo abusivo de proteínas es peor cuando va ligado a una ingesta pobre en alimentos que ofrecen una poderosa protección antitumoral. Varios estudios científicos muestran relación entre los tumores del tracto digestivo, vejiga y próstata con un consumo bajo de frutas, así como cáncer colon rectal y estomacal, relacionados con la ingesta pobre en granos integrales.
El 85 % del alimento debe ser alcalino, y sólo un 15 % ácido, pero en la alimentación predominan más los ácidos -carnes y proteínas, leguminosas, quesos fuertes y bollería industrial, cargada de harina blanca y azúcar refinado-.
El exceso proteico es la causa básica de la mayor parte de las enfermedades; el requerimiento real de proteínas es sólo de 25 a 35 gramos, pero por lo general se ingieren el doble o el triple, e incluso mucho más.Por ello hay que intentar adoptar una dieta equilibrada, hipoproteica, más alcalina e hidratada, con alimentos como fruta y verdura fresca, con más proteínas vegetales que animales.
Consecuencias metabólicas del exceso de proteínas
Cuando hay un exceso de proteínas, el cuerpo no tiene la opción de almacenarlas como ocurre con la grasa (ya nos gustaría a nosotros…). No queda otra que eliminar el exceso de proteínas, que por un lado supone una alteración metabólica al disminuir el pH y por otro la sobrecarga de algunos órganos vitales para contrarrestar esa bajada de pH y la eliminación de catabolitos.
Al oxidar los aminoácidos de las proteínas para eliminarlos, aumenta la concentración plasmática de amonio (NH4+), un metabolito tóxico que altera el pH y lo vuelve ácido. Este es el gran problema de las proteínas, que acidifican el medio afectando a funciones neuronales, cardiovasculares y respiratorias.
El organismo reacciona a la toxicidad del amonio y por un lado en el hígado este compuesto se transforma en urea, menos tóxico pero que de todas formas hay que eliminar. Ahora le toca el turno al riñón, que no le queda otra que aumentar el volumen de orina reteniendo más agua para poder eliminar este exceso de urea y amoníaco. Esto conlleva cierto grado de deshidratación, con lo que si a una dieta alta en proteínas le sumas baja hidratación, mal se lo estás poniendo a tu cuerpo.
Por otro lado este amonio también se neutraliza con fosfatos para poder excretarlo, en concreto con fosfato cálcico, ya sea del calcio procedente de la dieta o directamente del propio hueso, por lo que puede haber riesgo de descalcificación ósea. Esto tiene consecuencias inmediatas, sobre todo en el deportista: riesgo de fractura.
En resumen: el exceso de proteínas ocasiona un descenso del pH que lleva al organismo a desplegar mecanismos que alteran el metabolismo, las funciones hépática, renal y ponen en riesgo la salud de nuestros huesos. También hay alteraciones hormonales debido la acidosis del medio. Un mal menor, aunque molesto, es el fuerte olor a amoniaco que desprende el sudor o el aliento.
Esto significa que nuestro organismo no puede almacenarlas y tiene que deshacerse de ellas, con el consecuente esfuerzo orgánico que ello supone y sus respectivos efectos secundarios:
- Para digerir las proteínas y convertirlas en aminoácidos el estómago segrega ácido. Como puedes deducir una dieta alta protéica puede provocar ardor o reflujo y dañar las paredes del estómago.
- El exceso de proteínas hay que eliminarlo en las células, que producirán energía y restos metabólicos como el amoniaco y otros metabolitos que en altas concentraciones pueden ser tóxicos.
- Se sobrecarga de trabajo al hígado y riñones al eliminar gran cantidad de metabolitos que genera una dieta alta en proteínas. Como comprenderás, sobrecargar de trabajo a estos dos órganos vitales no es nada bueno.
- Debido a que el exceso de proteínas hay que quemarlo, esto genera energía y puede aumentar el calor corporal y aparecer un cuadro de deshidratación. Y sin agua el tubo digestivo tampoco funciona, con lo que el estreñimiento también puede darse.
- Y una característica pecualiar cuando una persona consume demasiadas proteínas: su alientose vuelve insoportable, con un olor semejante al amoniaco que no hay quien lo aguante.