La hidratación a base de agua potable es el punto fundamental del verano ya que no sólo calma la sed sino que también ayuda a mantener la piel fresca y al transporte de nutrientes por todo el cuerpo.
Durante el verano debes comer muchas frutas y zumos de frutas, verduras y ensaladas de múltiples colores, algunas semillas, frutos secos y cereales a diario, y si lo deseas algunos productos lácteos. Esta dieta te ayudará a sentirte más ligero, perdiendo peso, y manteniendo la potencia de tu energía.
Evidentemente, si haces mucho ejercicio o realizas una labor física en el exterior, necesitarás comer más. Las frutas son buenas por la mañana, a primera hora de la tarde o como bocado por la noche, mientras las verduras es mejor comerlas al final del día. Si tomas una comida más pesada, debes hacerlo a última hora de la tarde y descansar a continuación un par de horas, pues de ese modo tendrás más energía por la noche, dormirás mejor, y tu digestión será más completa que si comes cerca de la hora de acostarte.
Comidas entre horas: es importante incluir una media mañana y una merienda en nuestro menú diario. Lo ideal es combinar una pieza de fruta y algo de fiambre bajo en grasa por ejemplo. Evitaremos el picoteo, las visitas innecesarias al “chiringuito”, y por otro lado un ahorro considerable en nuestro bolsillo. Además, si recurrimos a los alimentos saciantes, llegaremos a comida y cena con mucho menos apetito.
Las ensaladas son las grandes aliadas del verano.
Las ensaladas son una comida fresca y rápida de elaborar. Elige hidratos de carbono —30 gramos de pasta o legumbres pesadas en crudo—, combinados con verduras, hortalizas como los tomates, lechuga, pepinillos, etc. A los hidratos, se les puede añadir proteínas (atún, salmón, gulas, jamón ibérico o queso bajo en grasa) y, por último, el aliño.
Más pescado que carne El pescado contiene más agua que la carne y su digestión es más rápida. Además los ácidos grasos esenciales del pescado azul ayudan a nutrir la piel desde el interior.
Bebidas: la cerveza suele ser la reina por excelencia en verano, las versiones light o cero alcohol suelen tener un 30-40% menos de Kcal, entre una cerveza y otra podemos incluir alguna de estas opciones, o un refresco cero. ¡La diferencia al final de las vacaciones será notable!
Si estas embarazada: Durante todo tu embarazo, la dieta es una de las principales cuestiones con las que debes ser cuidadosa. Los alimentos que ingieras durante este periodo pueden alterar tu estado y tu salud, así como provocar efectos en el bebé. Por eso, mantener una dieta sana y equilibrada es uno de los principales consejos que te dará tu médico cuando sepa que estás esperando un bebé.
Lo ideal es que, al término de tu embarazo, no hayas aumentado en más de un 20% tu peso original. Esto, sin embargo, no suele ser así, ya que hay estudios que aseguran que el 80% de las embarazadas incrementan su peso más de lo recomendable.
Si además tu embarazo está bastante avanzado durante los meses de verano, deberás ingerir alimentos frescos, que además te ayudarán a soportar el calor y mantener tu cuerpo siempre nutrido e hidratado. Aquí te damos algunas ideas:
- Para desayunar: Puedes elegir entre un vaso de yogur líquido, un zumo de frutas con un trozo de queso, o un zumo de naranja y un trozo de pan de salvado con queso.
- Para comer: tomates rellenos con arroz y atún, pollo con ensalada con huevo duro, ensalada con jamón o pollo, o tartas de verduras.
- Para merendar o como postre: helado de frutas, macedonia, yogur con frutas o cereales.