Seguramente lo que más preocupa a los padres de hijos adoptados es el momento en el que deberán decirle la verdad de su origen y, especialmente, en la forma que puedan integrarse en la familia. Lo importante es una adaptación paulatina dependiendo de su edad.
Por lo general los niños adoptados deberán recibir la misma educación que se le podría dar a un hijo biológico, siempre y cuando no lo impida alguna situación en concreto (casos de maltrato, secuelas psicológicas…). Lo normal es que contra más pequeño sea el niño, más fácil resulte su adaptación a la manera de gestionar las cosas de su nueva familia. En cambio, en el caso de un adolescente se deberá hacer un mayor esfuerzo por ambas partes. Por ello, en aquellas situaciones en las que los padres se sientan inseguros ante cómo educar, o se encuentren ante una mala predisposición por parte del niño, sería aconsejable recibir orientación por parte de un psicólogo o psicopedagogo, quién estudiará el caso y revisará las normas generales de la casa y su aplicación para que resulten con la mayor efectividad.
Consejos a tener en cuenta
• Nunca se debe mentir al niño sobre su origen. Lo importante es saber dosificar la información que debe conocer en función de su edad.
• Si el niño se encuentra en situación de inmadurez o falta de estimulación previa, introducirlo en un curso inferior al que le corresponde podría ser aconsejable.
• Todos los adolescentes pasan por una etapa de lucha por su identidad, por lo que es recomendable conversar con éste todo lo que necesite.
• Si además también se tienen hijos biológicos, hay que darles un trato equitativo, con el fin de que ninguno de ellos se sienta diferente y pueda producirse una situación de celos.
¿Cuáles son los momentos más difíciles por los que tendré que pasar?
Dependiendo de la historia y la personalidad de cada uno puede vivirse con cierta ansiedad cualquiera de los momentos siguientes: las entrevistas del estudio psicosocial (especialmente cuando existe una historia dura de intentos de embarazo fallidos), la incertidumbre hasta la asignación y las semanas de espera antes de poder ir a buscarlo, la vuelta a casa sin él (en algunos países se exigen dos visitas), el miedo a que surja alguna dificultad, el momento del encuentro (no siempre tan idílico como a uno le gustaría) y el tiempo de trámite en el país de origen cuando el deseo de volver a casa y el cansancio se intensifican.
¿Le digo desde el primer día que es hijo adoptivo?
Descubrir en la adolescencia que se es adoptado suele suponer un choque importante, no porque el hecho de ser adoptado sea algo negativo, sino porque el niño ha creado ya su identidad con información diferente y debe hacer modificaciones estructurales no siempre fáciles. Hablarle con naturalidad y de acuerdo con la edad desde el principio es lo más sano y sencillo.
¿Debo mantener, si hay posibilidad, una relación con su familia biológica?
Por lo general, un padre adoptivo no puede conocer datos que permitan localizar a la familia biológica. Si es posible, dependerá de muchos factores que deben ser analizados con personal especializado. Desde junio 2007, la ley española garantiza que, cumplida la mayoría de edad, los adoptados tendrán acceso a los datos sobre sus orígenes biológicos en poder de las entidades públicas y la Administración.
¿Conviene que le hable de sus orígenes?
El niño tiene derecho a conocerlos; no debemos mentirle nunca, ni embellecer excesivamente su historia. Seleccionaremos la información que creamos debe conocer en cada momento y le permitiremos todo el acceso a ella, que no suele ser mucho, al alcanzar la mayoría de edad.
¿Cómo solucionar sus problemas de conducta?
En aquellos casos en los que los padres se sienten inseguros sobre cómo actuar o detectan tener un niño más activo o más difícil de educar, es aconsejable pedir algunas sesiones de orientación con un psicólogo o psicopedagogo con el fin de revisar las normas generales de casa y su aplicación, analizando situaciones concretas que se hayan dado hasta entonces.
¿Cómo será su adaptación al colegio?
Por lo general, es buena si se salvan los desfases académicos en los niños mayores. En algunos casos, debido a la inmadurez del niño y la falta de estimulación previa, es aconsejable situarlos desde el principio en un curso inferior al que le corresponde por edad.