Los expertos aconsejan beber dos litros de agua de forma diaria, sin dejar de mencionar que dicha cantidad se debe incrementar cuando se trata de individuos que realizan actividades físicas frecuentes, que padecen determinadas patologías o que están llevando a cabo una dieta para adelgazar.
Una persona que no está bien hidratada puede padecer problemas renales, intestinales y circulatorios. Cuando no se bebe la cantidad necesaria de este líquido vital por día se ralentiza la digestión, se pueden desarrollar dificultades en el sistema circulatorio y en los riñones. Asimismo, como el agua tiene propiedades importantes para adelgazar y verse bien, no tomar agua puede derivar en obesidad y en un aspecto sin vida (en el cabello, la piel, etcétera).
La migraña puede ser un síntoma de la falta de agua requerida en el cerebro y ojos. La migraña se puede evitar impidiendo la deshidratación del cuerpo. Este tipo particular de deshidratación eventualmente ocasiona una inflamación en la parte posterior del ojo y posiblemente una disminución o pérdida de la visión.
El no beber la cantidad suficiente de agua provoca en nuestro organismo una serie de malestares, indicándonos con ello que el agua que les estamos suministrando no es suficiente. Estos son algunos síntomas provocados por pequeños estados de deshidratación:
Dolor de cabeza.Calambres.Fatiga.Cambios de humor.Dolores musculares.
Estos síntomas suelen presentarse en estados de deshidratación crónica, cuando la ingesta de agua es menor de 700 mililitros diarios (menos de 3 vasos de agua al día) por un tiempo prolongado:
Dificultades para tragar.Ataques cardiacos e incluso la muerte.Adormecimientos de las extremidades.Delirio.Alteraciones de la vista.
Falta de agua
Cuando nos deshidratamos el organismo reacciona aumentando la producción del neurotransmisor histamina a fin de regular la cantidad de agua disponible. Sólo que cuando eso sucede y la histamina y sus reguladores de agua subordinados son demasiado activos pueden aparecer alergias, asma y dolores crónicos en diferentes zonas del cuerpo, desde el dolor dispépsico hasta el artrítico reumatoide pasando por el de angina, el lumbar, el de piernas, la migraña, la colitis. Y es que aunque esos dolores se perciban en zonas localizadas en realidad están avisando de que hay deshidratación de todo el organismo.
Saber esto es importante, especialmente entre los médicos. Porque si tales síntomas no se reconocen como avisos urgentes de que el organismo necesita agua, llegando entonces a una posible deshidratación crónica que puede causar a largo plazo muchos e irreversibles daños.
Enfermedades cerebrales
La deshidratación crónica de las células cerebrales junto a la falta de sodio y de un aminoácido esencial -el triptófano- son la principal causa de las patologías cerebrales: Alzheimer, Parkinson, Esclerosis múltiple, Ataxia cerebelosa, la depresión…
De hecho hay otros factores como, por ejemplo, el exceso de aluminio en circulación dentro del cuerpo. Una posibilidad que se fundamenta en el hecho constatado de que el aluminio está muy presente en el agua ya que hasta en las sociedades occidentales tecnológicamente más avanzadas se utiliza sulfato de aluminio en el proceso de desinfección del agua potable de las ciudades. En el cerebro, como decimos, es imprescindible tanto un buen nivel de hidratación como de sodio en el interior de las células pues ello es absolutamente esencial tanto para la generación de la energía hidroeléctrica con la que se nutre como del buen funcionamiento de los mecanismos de neurotransmisión.
Pues bien, al parecer la deshidratación causa una grave carencia de triptófano en el cerebro. Y cuando eso sucede, cuando los niveles de triptófano son inferiores a lo normal -este aminoácido es muy sensible al estrés.
El agua en la digestión
También en el proceso de digestión el agua es fundamental. Cuando comemos el organismo segrega en el estómago el denominado jugo gástrico, una solución muy corrosiva compuesta básicamente por ácido clorhídrico diluido y una enzima inactiva llamada pepsinógeno que se transforma en pepsina y tiene como función descomponer las proteínas en elementos más pequeños -los péptidos- para proceder a su metabolización. Luego, a medida que el estómago hace su trabajo, las porciones no metabolizadas son trasladadas al intestino delgado a través de otra válvula: el píloro. Sólo que antes de pasar al intestino delgado el páncreas segrega -además de dos enzimas (la amilasa y la lipasa) y dos proteasas (la tripsina y la quimotripsina) que continúan con el proceso digestivo- una solución bicarbonatada para alcalinizar el entorno y contrarrestar la acidez con la que llega el alimento del estómago.