La adolescencia es una etapa especial en la vida de las personas. Entre todos los cambios físicos y emocionales de la edad, muchos adolescentes tienen complejos con su imagen corporal. Uno de los ejemplos más claros es el de los jóvenes que padecen obesidad.
Como nuestra sociedad le brinda demasiada importancia a la imagen y nos impulsa a querer lograr un cuerpo privilegiado, es muy común que un adolescente con sobrepeso se sienta inferior a sus pares. Lamentablemente, también se da el caso de jóvenes que se burlan o discriminan a un compañero con sobrepeso. Esto sin dudas puede ser muy dañino para su autoestima.
¿Conoces a un adolescente en esta situación? ¿Quieres hacer algo por él? Te recomiendo que consideres estos consejos que te enseñarán cómo ayudar a un adolescente con obesidad.
Dentro del plano psicológico, lo más importante a la hora de ayudar a un adolescente con problemas de obesidad es la comunicación. Resulta imprescindible ganarnos su confianza, que sepa que puede acudir a nosotros a contarnos cómo se siente, si tiene problemas en la escuela o con sus amigos a causa del sobrepeso, que pueda solicitarnos ayuda… Debemos escucharle, ponernos en su lugar y apoyarle, para que sepa que en nosotros tiene un punto de apoyo que no le va a faltar.
Además de eso, podemos ayudarle supervisando que cumpla la dieta que le ha puesto el médico (sólo si él nos lo pide), cambiando los hábitos alimenticios en casa por otros más sanos, evitando las situaciones en las que el adolescente solía comer (por ejemplo, si todas las tardes os sentabais a ver un programa de televisión merendando bollos y galletas, cambiad esa costumbre por la de salir a dar un paseo).
Es imprescindible también incluir en sus hábitos de vida la costumbre de realizar ejercicio físico. Debéis ayudarle a encontrar momentos y actividades menos sedentarias de las que realizaba y reducir el número de horas dedicadas a ver la televisión, utilizar el ordenador o jugar a videojuegos.
Conviene también estar muy atento a si el adolescente presenta síntomas de depresión. Un cambio en los ritmos de sueño, el aislamiento, los cambios de humor bruscos (llora o se enfada por cualquier cosa) y los comentarios despectivos hacia sí mismo son síntomas de que el adolescente puede estar comenzando a padecer un trastorno depresivo. En esos casos, debéis reiterar vuestras muestras de cariño y apoyo e intentar convencerle para que acuda a un especialista cualificado.
Algunos consejos:
– aumentar la presencia de los alimentos frescos en la dieta, particularmente frutas, verduras y cereales, sobre todo integrales por su aporte mayor de fibra.
– consumir al menos dos raciones de verdura y de tres piezas de fruta diarias pues ayudan a regular el metabolismo.
– tomar medio litro diarios de leche, distribuidas a lo largo del día, pues el calcio y las vitaminas que aporta son vitales para la mineralización y calidad de los huesos en la adolescencia.
– aumentar el consumo de pescado, sobre todo el azul.
– emplear el aceite de oliva virgen en la preparación de los platos.
– eliminar los alimentos fritos de la dieta, sustituirlos por los cocinados a la plancha o los guisos con poca grasa.
– limitar la ingesta de alimentos ricos en azúcar y sal, en particular entre la población infantil
– beber no menos de dos litros diarios de agua.
– estimular desde etapas tempranas de la vida la practica sistemática de ejercicios físicos.