Durante décadas hemos estado expuestos a enfermedades que pueden afectar gravemente nuestra salud, pero que han sido controladas mediante programas de prevención, como la tuberculosis. No obstante, es necesario que conozcamos sus síntomas para poder ir al médico a penas notemos algo extraño. Por ello, en VivirSalud te contamos cuáles son los síntomas de tuberculosis.
¿Qué es la tuberculosis?
La tuberculosis es una enfermedad producida por una bacteria, que se transmite a través de la saliva y afecta a los pulmones, así como también puede instalarse en los huesos. La tuberculosis es una patología crónica, donde la bacteria se aloja en el organismo, siendo difícil de erradicar.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas de la tuberculosis varían dependiendo de las condiciones de nuestro sistema inmunológico. Por ejemplo, los niños y los ancianos tendrán menos posibilidades de enfrentar esta enfermedad, así como las personas enfermas de VIH, en los que se multiplica rápidamente la bacteria en su organismo. Si tus defensas inmunológicas están altas, pasarás a un estado de portador de la tuberculosis, sin sufrir los síntomas y sin contagiar a los demás, pero si tu organismo no puede combatirla, tendrás síntomas como los siguientes:
El nombre tuberculosis proviene de la tendencia de la bacteria a formar granulomas o tubérculos en los pulmones. En muchos casos, las primeras etapas de la enfermedad se desarrollan sin síntomas. En estos casos, el diagnóstico se establece cuando se realizan análisis al paciente para detectar la presencia de otras patologías y se descubre por casualidad la bacteria. En estadios más avanzados, los síntomas son bastante inespecíficos, es decir, pueden ser comunes a muchas enfermedades. Estos suelen ser:
- Tos: es el más importante. No solo porque se trata de una patología pulmonar, sino porque es el mecanismo de contagio más frecuente. Al ser tan común a muchas enfermedades, en muchos casos puede que no se le conceda importancia. Por ello, es importante que se consulte al médico cuando la tos dure más de dos semanas.
- Expectoración: se expulsan flemas, a veces acompañadas de sangre.
- Febrícula: es una fiebre de solo unas décimas, que suele aparecer al final del día.
- Pérdida del apetito y pérdida de peso: también bastante comunes en muchas patologías.
- Sudoración por las noches.
- Dolor en el pecho: debido a la presión que produce la infección en los pulmones.
- Fatiga y cansancio excesivo en relación al esfuerzo realizado: la función pulmonar puede estar comprometida, y por ello resulta dificultoso hacer llegar oxígeno a los pulmones y, de ahí, al resto del cuerpo.
Cuando la bacteria comienza a multiplicarse en el pulmón, va colonizando el tejido. En fases más avanzadas de la enfermedad, es muy característica la aparición de pequeños huecos en el pulmón, facilitando que las bacterias se diseminen.