La úlcera péptica es una erosión o herida en la mucosa del estómago o en la parte superior del intestino delgado llamado duodeno. Suelen tener un tamaño de entre 0,5 y 1,5 centímetros de diámetro. Estas úlceras son un problema frecuente en la población y afecta sobre todo a personas a partir de los 50 o 60 años de edad.
La causa se debe a diversos factores entre los que se encuentran un desequilibrio entre el ácido del estómago, una enzima llamada pepsina y las barreras de defensa del revestimiento del estómago. También existe una relación bastante clara entre una infección causada por una bacteria llamada H. pylori y la aparición de úlceras.
Pero las úlceras también pueden aparecer en relación al consumo de medicamentos como los antiinflamatorios no esteroideos o por otras causas no antes mencionadas aunque estas últimas son muy poco frecuentes. Determinados hábitos como el consumo del tabaco, alcohol, etc, pueden favorecer su aparición.
Entre las causas más comunes de una úlcera gástrica se encuentran las siguientes:
- Una elevada producción de ácidos estomacales.
- Una alteración de los movimientos del estómago.
- Presencia de la bacteria Helicobacter pylori en el estómago.
- La toma de determinados medicamentos como, por ejemplo, los antiinflamatorios no esteroideos, el ácido acetilsalicílico o los corticosteroides.
- El estrés.
- El síndrome de Zollinger Ellison, una enfermedad que secreta altos niveles de la hormona gastrina.
El abuso de tabaco y de alcohol puede favorecer la formación de una úlcera de estómago. Por otro lado, una úlcera puede desarrollarse a partir de una gastritis. Las úlceras de estómago pueden cursar con los siguientes síntomas:
- Dolor en el epigastrio
- Intolerancia ante ciertos alimentos
- Dolor tras la ingestión de alimentos o con el estómago vacío
- Náuseas
- Vómitos
- Ardor de estómago
- Pérdida de peso
Para diagnosticar una úlcera de estómago (úlcera gástrica) se realiza una gastroscopia. Durante esta prueba diagnóstica, el facultativo suele tomar una muestra del tejido (biopsia) de la zona afectada.
Si la úlcera de estómago está causada por una infección por Helicobacter pylori, el tratamiento persigue erradicar al agente patógeno. En este caso, la tasa de erradicación es superior al 80%. Si la úlcera de estómago está provocada por otras causas, el tratamiento se basa en un tratamiento con fármacos antiácidos que consiguen la cicatrización de la úlcera de estómago hasta en un 90-95% de los casos. Determinadas complicaciones de una úlcera de estómago como hemorragias gástricas o una perforación de la úlcera gástrica a través de la pared estomacal, hace necesaria una intervención vía endoscópica o quirúrgica.
Los síntomas son: dolor abdominal, náuseas y vómitos, sensación de quemazón en el esófago, distensión abdominal y cambios en el hábito intestinal. En la úlcera gástrica el dolor es más característico inmediatamente después de las comidas. En algunos casos las úlceras son asintomáticas y se detectan después de presentarse alguna complicación como una hemorragia digestiva.
Existe una clara relación entre la infección por una bacteria llamada H. pylori y la aparición de la úlcera duodenal y la úlcera gástrica. Una persona infectada por esta bacteria tiene mayor riesgo de desarrollar una enfermedad ulcerosa a lo largo de su vida. No todos los pacientes con úlcera tienen una infección por Helicobacter pylori pero sí se da en un gran porcentaje. La forma de tornillo del H. pylori le permite penetrar en la membrana mucosa del estómago o el duodeno para poder adherirse, produciendo una serie de toxinas que inflaman y dañan la mucosa.
Las úlceras también pueden aparecer en relación con el consumo de medicamentos como corticosteroides y antiinflamatorios no esteroideos. Uno de los efectos no deseables de los antiinflamatorios es que aumentan el riesgo de hemorragia digestiva o de enfermedad ulcerosa, pues su uso prolongado puede dañar la mucosa del tracto digestivo causando una úlcera o empeorándola.
Pueden aparecer úlceras no asociadas a estos dos factores (Helicobacter y antiinflamatorios). Se relacionan con un síndrome de hipersecreción ácida, en el cual existe un exceso de secreción de ácidos gástricos que dañan la mucosa. Son muy poco frecuentes.
Determinados factores y hábitos favorecen la aparición de úlceras gástricas como el tabaco, el consumo de alcohol y el tratamiento con radioterapia.