Mantener sano el sistema inmunológico. El aporte de alimetos energéticos influyen en la actividad inmunológica, tanto por exceso como por defecto. Si el aporte de energía es excesivo, puede afectar a la capacidad del sistema inmunológico de combatir infecciones, por lo que la obesidad está ligada a una incidencia mayor de enfermedades infecciosas.
Las personas obesas son más propensas a desarrollar enfermedades cardiovasculares que están relacionadas con alteraciones de la función inmunológica, aunque un aporte energético defectuoso, hace que exista un mayor riesgo de contraer infecciones, al igual que las personas que siguen regímenes de adelgazamiento de menos de 1.200 calorías al día ya que esas dietas pueden hacer disminuir la función del sistema inmunológico.
La reducción de las grasas en la dieta es fundamental para controlar el peso y para un óptimo funcionamiento del sistema inmunológico. Parece ser que las dietas ricas en grasa aumentan el riesgo de infecciones, aunque la calidad de las grasas que están presentes en la dieta diaria, son importantes, con alimentos como pescado azul,frutossecos, aceite de oliva y girasol o soja oaceitede linaza para asegurar un aporte equilibrado de grasas esenciales.
Consumir regularmente productos lácteos fermentados, como yogur o kefir contribuye a aumentar las defensas inmunológicas, así como un aporte adecuado de vitaminas y minerales y asegurarse de mantener una dieta equilibrada, que aporte todos los nutrientes.