Los patinazos de los Nobel de Ciencia (II)

Jesus L. Rodriguez

Continuamos con la segunda parte de “Los patinazos de los Nobel de Ciencia” para profundizar un poco más en los solemnes errores de los más eminentes científicos, esta vez con tintes paranormales.

Charles Richet y el espiritismo

Los patinazos de los Nobel de Ciencia (II)
Charles Richet fue un médico francés que ganó el Premio Nobel de Medicina en 1913 por sus investigaciones sobre la anafilaxia (una reacción inmune global, desproporcionada y peligrosísima hacia un determinado alérgeno), término que él mismo acuñó.

Richet  tenía una mente muy inquieta y, además de dedicarse a investigaciones médicas, también escribía poesía, obras de teatro, libros de historia, sociología y filosofía, practicaba la aviación … Vamos, todo un todoterreno. Tan multidisciplinar fue que también se dedicó a un campo un tanto pintoresco para nosotros en la actualidad pero muy de moda y muy tomado en serio en aquella época en la que él vivió: el espiritismo.

 

Grandes personalidades como Arthur Conan Doyle, Charles Dickens, Alfred Russell Wallace y William James practicaban e investigaban el espiritismo a través de sesiones. Incluso se sabe que Marie Curie (Premio Nobel también) acudía, de vez en cuando, a las sesiones espiritistas de la médium más famosa de aquel entonces, Eusapia Palladino.

Entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX el espiritismo causaba una gran sensación, tanto en la sociedad como entre muchos científicos que se dedicaron a investigarla seriamente (o al menos, esa era su intención inicial). Desafortunadamente, esas investigaciones no tuvieron en cuenta o no descubrieron, en la mayoría de las ocasiones, la gran cantidad de trucos que tenían en la manga los médiums. Como resultado de ello, muchos científicos salieron convencidos de la veracidad del espiritismo y, entre ellos, también se encontraba Charles Richet.

¿Conocen la palabra “ectoplasma“? Probablemente la hayan oído alguna vez. Pues el inventor del término fue el mismísimo Richet. El significado original era un tanto distinto al que se le da ahora a la palabra (como una sustancia de la que están compuestos los fantasmas) y venía a ser más o menos así:

Una sustancia húmeda y fría exteriorizada por los médiums durante los trances, que permitía la materialización completa o parcial de espíritus o la producción de fenómenos físicos extraños.

Richet, iba todavía más allá y decía que este ectoplasma estaba formado por leucocitos, células de la piel y otros componentes del cuerpo humano. Además de la “genialidad” del ectoplasma, también consideró como ampliamente demostrada la validez de la telequinesis, las premoniciones, las materializaciones, la criptestesia y demás fauna paranormal. Aún así, nunca creyó en todo lo que espiritismo anunciaba y se permitió el lujo de dudar de las levitaciones.

Algunas de las declaraciones de Richet son bastante ilustrativas de su ingenuidad e inocencia:

El hecho de que las fuerzas inteligentes se proyecten desde un organismo y puedan actuar mecánicamente, mover objetos y producir sonidos, es un fenómeno que está ciertamente establecido como cualquier hecho en física.

Nadie habría pensado en simularlos (los fenómenos paranormales) si nunca hubieran ocurrido. No dudo en pensar que son muy probables, aunque no estén demostrados.

Brian David Josephson y la parapsicología

Brian David Josephson

Josephson es un físico de Reino Unido que fue galardonado con el Nobel de Física en 1973 por su trabajo teórico en superconductividad. Desde muy joven ya dio muestras de genialidad y destacó notablemente aún siendo estudiante de Física en la Universidad, dónde acostumbraba a corregir a sus profesores. De hecho, recibió el Premio Nobel con tan sólo 33 años, por el trabajo que realizó cuando tenía 22.

En la actualidad, Brian Josephson es especialmente polémico en el mundo de la ciencia por ser uno de los científicos más conocidos en defender que los fenómenos parapsicológicos son reales, especialmente las percepciones extrasensoriales como la telepatía (la comunicación entre mentes más allá de los sentidos conocidos). En su propia página web personal puede leerse sus opiniones e inquietudes sobre el asunto.

En 2001 publicó un pequeño artículo que despertó grandes críticas entre sus compañeros de profesión:

Los intentos originales de Max Planck, hace cien años, para explicar la cantidad precisa de energía irradiada por cuerpos calientes supuso el comienzo de la captura, en una forma matemática, de un mundo misterioso, esquivo, que contenía “extrañas interacciones a distancia”, lo suficientemente real como para dirigirse a invenciones como el láser o el transistor.

La teoría cuántica se combina ahora de forma fructífera con las teorías de la información y la computación. Estos desarrollos podrían llevar a la explicación de procesos todavía no comprendidos por la ciencia convencional como la telepatía, un área en la que Gran Bretaña es puntera en investigación.

Josephson ha reivindicado en numerosas ocasiones la necesidad de que la parapsicología se convierta en un campo de investigación convencional en ciencia y de que sus resultados sean aceptados ante la comunidad científica (cuando en más de 100 años de estudio del fenómeno aún no se ha informado de ninguna evidencia científica sólida). También defiende, como otros Nobel que se pasan al lado oscuro de la ciencia, a Jacques Benveniste y a la homeopatía en base a la supuesta existencia de la memoria del agua.

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