El cáncer pancreático es uno de los tumores más letales, más difíciles de identificar y que más rápidamente se extienden. Se estima que la mayor parte de los pacientes no sobreviven más de seis meses tras su diagnóstico. Steve Jobs, sin embargo, ha logrado hacer frente a la enfermedad durante siete años, ya que su tumor, originado en las glándulas endocrinas, pertenecía a una variante poco común y menos agresiva del cáncer de páncreas.
El fundador de Apple fue diagnosticado hace más de siete años de un tumor neuroendocrino de páncreas, cuya supervivencia media es muy superior a la del más común adenocarcinoma. Steve Jobs recurrió en un primer momento a terapias alternativas, pero más tarde cambió de idea y decidió someterse a una intervención quirúrgica para que le extirparan las células malignas del páncreas, lo que ocurrió en 2004.
La operación se realizó con varios meses de retraso a causa de la primera -y equivocada- reacción de Jobs, según ha explicado a ELMUNDO.es Julio Mayol, jefe de seccion de Cirugía del Aparato Digestivo en el Hospital Clínico San Carlos.
Cinco años después, en 2009, se le detectó la presencia de metástasis en el hígado y se le realizó un trasplante de este órgano. Aparentemente, el mal no estaba extendido en otros órganos. El problema es que «muchas veces, que no veamos metástasis no significa que no estén ahí«, señala el doctor Mayol.
«Como después del trasplante hay que poner inmunosupresión, eso favorece que se extiendan las metástasis en otros órganos donde no se habían visto, y de eso ha fallecido al final, de progresión de la enfermedad sistémica», concluye este experto, quien recuerda que en ocasiones se han lanzado informaciones confusas desde los medios en relación al caso Jobs.
«Se lanza un mensaje de que el cáncer de páncreas se puede curar, y en el caso del adenocarcinoma no es así«, lamenta el especialista. El adenocarcinoma, o cáncer de páncreas más corriente, «sigue teniendo un pronóstico infausto, porque se identifica tarde y cuando se encuentra ya no es tratable».
Los tumores neuroendocrinos, por el contrario, son más fáciles de diagnosticar y tratar a tiempo, ya que afectan a hormonas que producen síntomas identificables, como ha sido el caso de Jobs. En esta clase de cánceres, la supervivencia media a los cinco años supera el 30% de los casos.
Nobel póstumo por culpa del páncreas
Esta misma semana se ha conocido, además, otro caso excepcional, tanto por la larga supervivencia como por la relevancia social del paciente: el científico Ralph Steinman, único Nobel concedido a título póstumo por un error del Instituto Karolinska, murió el pasado viernes de un cáncer de páncreas tras haber luchado cuatro años contra el tumor.
La Universidad Rockefeller de Nueva York (EEUU), institución en la que trabajaba el Nobel de Medicina, atribuyó su larga supervivencia a una inmunoterapia pionera diseñada por el propio Steinman.
En la actualidad, hay numerosos estudios en marcha que tratan de arrojar algo de esperanza sobre uno de los cánceres más agresivos que existen. La última terapia en presentarse contra estos tumores, aún en fase experimental, consiste en una nueva combinación de fármacos que ha logrado en los ensayos clínicos que el 50% de los voluntarios sobrevivan al menos un año.
El resultado puede parecer modesto, pero «comparado con la supervivencia media actual de este grupo de pacientes resulta muy alentador«, en palabras del doctor Ramesh Ramanathan, uno de los autores del estudio, que se ha dirigido desde el Instituto de Investigación Genómica Traslacional (TGen) y el centro Scottsdale de Arizona (EEUU).
El ensayo contó con 67 voluntarios, a los que se administró una molécula llamada Nab-paclitaxel (Abraxane) que actúa sobre una proteína denominada SPARC, presente en altas cantidades en torno a las células tumorales del páncreas.
Otros estudios se están centrando en el diagnóstico precoz de la enfermedad mediante técnicas de imagen capaces de distinguir la estructura de las células malignas, o en la búsqueda de fármacos que actúen contra las mutaciones celulares del cáncer de páncreas. Pero no es posible prever, por el momento, cuándo habrá resultados concretos que aporten una mayor supervivencia y calidad de vida al común de los pacientes.