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MADRID, 21 Sep. (EUROPA PRESS) – La detección precoz en la enfermedad del Alzheimer y cuidar los hábitos de vida saludables puede retrasar el desarrollo de la enfermedad, según señala el neurólogo del Hospital USP San Camilo, el doctor Antonio Yusta Izquierdo, con motivo del Día Mundial del Alzheimer que se celebra este miércoles.
«El avance del Alzheimer se puede ralentizar, ya que se ha visto que los factores de riesgo para esta enfermedad son los mismos que para otras patologías como los infartos o los problemas cerebrovasculares», explica en una entrevista a Europa Press.
Del mismo modo, advierte de que uno de los principales focos de atención de la enfermedad es la detección precoz y lo considera el «gran caballo de batalla» porque, a nivel bioquímico, aparece años antes de que se manifiesten los síntomas. «Normalmente, cuando se presentan los síntomas hemos perdido del 70 al 80 por ciento de las neuronas», añade.
Por su parte, el coordinador del grupo de estudio de conducta y demencia de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Pablo Martínez-Lage, añade que, «cuando un cerebro tiene daño vascular, es decir, tiene pequeños infartos o pequeñas lesiones vasculares, si este cerebro se ve afectado por el Alzheimer, ‘hace falta menos cantidad de la enfermedad’ para que se desarrollen síntomas».
«En el momento en que aparecen los primeros síntomas, en el que el paciente ya tiene un cuadro de demencia, en ese momento la cantidad de daño cerebral que es suficientemente avanzada como para que el tratamiento produzca que la enfermedad vuelva atrás», señala Martínez-Lage.
En España está enfermedad afecta a cerca de 800.000 personas, lo que se traduce en que una de cada 10 personas mayores de 65 años padecen esta patología, cifra que se dispara al 25 por ciento de la población cuando superan los 85 años.
El origen del Alzheimer actualmente es desconocido, lo que sí se conoce que se produce por la existencia de unos genes alterados que producen una proteína anormal que no cumple su función de manera adecuada, por lo que la neurona es expulsada y se convierte en una ‘neurona tóxica’, que, al contactar con el resto de neuronas, provoca la destrucción de estas y produce un menor número de sinapsis -conducta neuronal-.
Esta es una enfermedad que se manifiesta, generalmente, en persona de más de 60 años. Entre sus principales síntomas se encuentran la dificultad de los pacientes a la hora de expresarse correctamente, con un lenguaje pobre; desorientación espacial, que suele producirse en lugares poco frecuentados donde el paciente se suele perder, o la aparición de un trastorno de conducta, que suele desarrollarse a lo largo de la enfermedad.
Sin embargo, esta enfermedad puede desarrollarse en pacientes más jóvenes. Yusta explica que «los casos son escasos pero que los que se producen tienen una carga hereditaria muy importante». «Cuando aparece en el edad anciana, más de 65 años, son pacientes en los que se manifiesta la enfermedad tienen un componente genético pero, no tienen un componente hereditario, por ello no es de extrañar que la persona que tiene padres con Alzheimer tiene cuatro veces más posibilidades de desarrollar la enfermedad», añade.
TRATAMIENTOS CONTRA EL ALZHEIMER
Los fármacos actuales son medicamentos que no curan la enfermedad pero sí ayudan a ralentizar la evolución de la enfermedad. Para Yusta, «si un paciente va a ser dependiente del desarrollo de sus actividades en un periodo de cinco años con estos fármacos hacemos que la evolución de la enfermedad sea más lenta».
«Las previsiones de futuro apuntan a la existencia de fármacos denominados ‘vacunas’ por vía intravenosa, dirigidas a disolver en el cerebro la proteína (amiloide) y evitar el desarrollo de la enfermedad», puntualiza el neurólogo del Hospital USP San Camilo.
Los expertos recomiendan que cuando se detecta en un familiar busquen asesoramiento e información. Entre los puntos de ayuda se encuentran las asociaciones de familiares que dan información de aspectos legales y psicológicos, y enseñan a afrontar los problemas de conducta. También, es necesario conocer que recursos disponibles, como las terapias de día, residencias, ayudas domiciliarias o la Ley de Dependencia.
«Esta es una enfermedad lenta, donde hay muchos años donde se puede disfrutar del enfermo, que nos informemos, nos asesoremos y pidamos ayuda», apunta Martínez-Lage también en declaraciones a Europa Press.
DETECCIÓN TEMPRANA
Ambos expertos señalan la importancia de realizar pruebas que puedan detectar la enfermedad en fase temprana. Una de las opciones que se barajan es el desarrollo de bioquímicos, por ejemplo de la proteína del amiloide, o una resonancia magnética que permita conocer si, el patrón de atrofia del cerebro es típico de Alzheimer. De este modo, podría realizarse un diagnóstico aún cuando la persona está realizando una vida normal, siendo éste el momento perfecto para empezar el tratamiento.
«Actualmente el diagnóstico con síntomas pero sin demencia es posible, pero el diagnóstico sin síntomas continúa en fase de investigación», explica Martínez-Lage. «Si cuidamos los factores de riesgo vascular a lo largo de la vida, especialmente de los 45 años en adelante, estaremos haciendo que nuestro cerebro llegue a las edades de 65-70 años en un estado más saludable y por tanto más dispuesto para soportar una enfermedad de Alzheimer existente», añade.
CONVIVIR CON UN PACIENTE
Con motivo de la celebración del día mundial del Alzheimer, José Luis Gamir, familiar de un paciente, recuerda que la enfermedad varía de la persona y de cómo se afronte. En su caso su mujer, enferma de Alzheimer desde hace 17 años, ha tenido que ser ingresada en una residencia por ser incompatible mantenerla en casa.
Para Gamir, es fundamental realizar con los pacientes las actividades que se realizan en estos centros y conocer a monitoras auxiliares, enfermeras y doctores que se dedican a esta enfermedad y tener un contacto diario y permanente para que la asistencia sea lo mejor posible.
«La enfermedad se empezó a manifestar con la perdida de especialidad, se desorientaba, no recordaba bien el camino a casa y incluso teniendo que recurrir la policía». A la hora de detectar la enfermedad por medio de los especialistas, Gamir explica que «existía una confusión generalizada pasando por psicólogos, psiquiatras, pero nadie dice exactamente lo que es».
«El día a día con el enfermo varía mucho del grado que haya alcanzado la enfermedad. Hay una fase que sólo es perdida de memoria en la que el paciente continúa realizando su actividad de forma normal, hay otra fase en la que empieza a perder movimiento, luego se necesita una persona que le apoye y una última en que el paciente prácticamente es un vegetal», finaliza Gamir.