Una gran parte de los enfermos con Alzheimer u otras demencias acabará en residencias geriátricas. En los últimos tiempos se ha abierto camino una corriente de arquitectura que busca cubrir sus necesidades, distintas de las del resto de los ancianos. Sus diseños ayudan a los afectados a sentirse casi como en casa.
Los centros para personas mayores construidos a la ‘antigua usanza’ siguen existiendo, pero cada vez son más las organizaciones sociosanitarias y los arquitectos que apuestan por desarrollar edificios especializados. Algunos de estos proyectos se han presentado en el Congreso Internacional de Alzheimer celebrado en Madrid el 22 y el 23 de septiembre.
En palabras de Manuel del Río, de Del Río-Ferrero Arquitectos, se aprecia una «creciente sensibilización» hacia la arquitectura y el diseño sociosanitario. Su estudio ha elaborado el proyecto del centro Villafal, que se construirá en Paracuellos del Jarama (Madrid) a iniciativa de una asociación de familiares de enfermos, Afal Contigo.
En la nueva residencia madrileña, los afectados y sus familiares se encontrarán, en primer lugar, con un acceso al edificio alegre y luminoso. Las habitaciones, consideradas «el reducto más íntimo», se personalizarán con objetos y fotografías de su vida anterior. «Cada elemento del mobiliario se diseña psicológica y ergonómicamente», apunta del Río.
Madrid ya cuenta con una residencia de este tipo, situada en el PAU de Vallecas. Se trata del Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía, diseñado por Estudio Lamela Arquitectos e inaugurado en 2007. Según el arquitecto Carlos Lamela, es «una mini ciudad» que muestra «una arquitectura tranquila, moderna y fácilmente construible«. En ella, los espacios exteriores cobran una gran importancia. Tanto, que ocupan casi la misma extensión que los interiores. Cuentan con huertos en los que los enfermos pueden trabajar.
Otra característica del proyecto de Lamela es que tiene en cuenta los problemas de orientación que experimentan los afectados por demencias. Cada ‘unidad de vida’ (zonas con habitaciones) del edificio tiene un color diferente, para que sea más fácil de localizar.
Para Eckhard Feddersen, de Feddersen Architekten, lo fundamental es que «la gente se sienta segura y cómoda». Con este objetivo en mente, las diversas residencias que ha proyectado «no parecen aeropuertos o escuelas». Tampoco se asemejan a hospitales: «En mis casas no viven pacientes, viven personas». Se decanta por edificios que tengan un aspecto de «apartamentos o pequeños hoteles mediterráneos«.
Susan Black, arquitecta de uno de los estudios pioneros en centros para individuos con demencia, Perkins Eastman, coincide en la necesidad de desarrollar espacios que den sensación de hogar. Sin embargo, esto no siempre es posible. Las grandes residencias tienen la ventaja de que su mantenimiento es más barato porque comparten gastos fijos (de personal, servicios, mantenimiento, etc.).
Perkins Eastman planeó hace 20 años Woodside Place, una residencia situada en Pensilvania que ha servido como modelo para muchas otras. Se encuentra en medio del campo, está compuesta por pequeñas casas que son en gran medida autosuficientes, sus habitaciones tienen un estilo tradicional y se invita a los enfermos a que lleven sus propios muebles.
La India cuenta con una luchadora, Radna Murthy, que consiguió abrir en abril de 2010 el primer centro para el cuidado integral de la demencia en dicho país. Situado en el centro de la ciudad de Bangalore, dispone de una clínica para la memoria, un centro de día, atención hospitalaria a corto y largo plazo y servicios de rehabilitación.
Un entorno familiar, íntimo, cómodo y que estimule a los pacientes. Son algunas de las características más apreciadas en estos centros. Una residencia puede albergar a 100 o incluso 1.000 afectados, pero se evita la masificación dividiendo el espacio en módulos y se realizan las distintas actividades (comidas, ejercicios de rehabilitación…) en grupos reducidos.