Reconozco ser ‘bastante’ (eufemismo) golosa y que una de mis perdiciones es el helado.
Cremoso, sabroso, suntuoso, proclive a que se le dediquen ripios, refrescante y altamente satisfactorio, incluso, para el acongojado espíritu, me encanta que sea cuanto más “hardcore” mejor, prácticamente ?obsceno?, con más y más tropezones de cosas densas, surcado por delicados ríos de sirope y coronado con frutos secos picados o fruta natural. Importante que sea artesano. No caigamos en el error de confundir un alimento delicioso, nutritivo y razonable con un producto industrial cargadito de conservantes y saborizantes artificiales. En ese caso, ¡quita bicho!
La liturgia no deja lugar a dudas: sin helado no hay verano, va irremediablemente unido a toda la mitología de las fechas.
De sabores clásicos o fantasiosos, pueden estar compuestos por leche de vaca, nata, azúcar y huevo ?además del ingrediente que le dé nombre- o sencillamente por una fruta, azúcar y agua ?formato sorbete–
Pueden suponer un extraordinario desatino hipercalórico, como el que me gusta a mí de tanto en tanto, o pueden, incluso, formar parte de un programa de adelgazamiento eligiendo las opciones menos calóricas y digestivas, que las hay.
En el capítulo de lo especialmente dietético, existen helados con fructosa, con edulcorantes artificiales acalóricos, deslactosados, elaborados con ?leche? de soja, bajos en grasa?
Por suerte, la oferta es muy amplia y hay donde elegir para no tener que renunciar a esas masas frías y sabrosas congelando nuestra garganta y el momento de felicidad
Otra opción es entregarse al hazlo tú misma. Las heladeras no son nada caras y puedes hacer mezclas fantásticas con todas las garantías dietéticas y nutritivas, eligiendo tú misma cada uno de los componentes. Es posible que los encuentres más canónicos de sabor y textura, pero más auténticos?
El objeto que os dejo es puro vintage, uno de los modelos primigenios del siglo XIX. ¿No es genial? Entonces se hacía todo -pero todo, qué horror- a mano, dando incansables vueltas a la manivela hasta que la mezcla alcanzara la textura adecuada. Afortunadamente, ahora la electricidad lo hace todo por ti.
Dicen que el mejor helado es el italiano, pero todas tenemos nuestras heladerías fetiche en alguna ciudad. ¿Te gusta el helado? ¿Cuál es tu heladería favorita?