Existen medicamentos comercializados que, con o sin indicación expresa de coadyuvantes para el tratamiento de la obesidad o del control del peso, se utilizan por la población de manera indiscriminada con este fin. Los mismos principios activos formulados en algunas de estas especialidades farmacéuticas, se encuentran también disponibles como plantas medicinales y como productos de parafarmacia derivados de las mismas.
Los laxantes se usan acortoplazo para aliviar los síntomas del estreñimiento y facilitar la evacuación intestinal ablandando las heces, no estando indicado su uso para el control del peso. En el punto donde suelen actuar se ha producido ya el mayor porcentaje de absorción de nutrientes por lo que difícilmente pueden ser precursores de una pérdida de grasa corporal, aunque sí de electrolitos y de agua.
El uso crónico de laxantes produce dependencia funcional con interrupción de la función refleja normal. Este fenómeno hace que con el tiempo el paciente tienda a aumentar la dosis del laxante o a tomar uno más potente, hecho que favorece la aparición de alteraciones gastrointestinales (diarreas, vómitos, esteatorrea), colitis espástica u otros trastornos funcionales, y la pérdida excesiva de electrólitos (hipokalemia e hipocalcemia) y de agua por las heces.
Tras un periodo excesivamente largo de utilización de laxantes, puede sobrevenir un periodo de estreñimiento (debido a la atonía del colon producida por la estimulación del catártico), aumento de peso, distensión abdominal, hinchazón, necesitándose un cierto tiempo para la recuperación funcional del organismo y la restauración de la motilidad intestinal.
Laxantes mecánicos o incrementadores del bolo intestinal. Absorben gran cantidad de agua a nivel del colon, aumentando el volumen, grado de humedad y acidez del bolo fecal, incrementando de esta manera el peristaltismo intestinal y facilitando la evacuación del mismo. No actúan de modo inmediato, sino a las 12-24 horas tras su administración, aunque el efecto completo se observa tras varios días de tratamiento. Están contraindicados si existe un trastorno anatómico intestinal ya que podrían favorecer la obstrucción intestinal.
Laxantes lubrificantes y emolientes. Actúan como humectantes del contenido intestinal; facilitan la captación de agua por las heces y la interposición en las mismas de sustancias grasas, lo que ayuda a ablandar y lubrificar el bolo fecal. Su tiempo de acción se encuentra entre 24-48 horas. Los efectos secundarios más importantes son la disminución en la absorción de vitaminas liposolubles (A, E, D, K) y el riesgo de aspiración pulmonar.
Laxantes osmóticos. Se absorben muy poco y producen la atracción de agua a la luz intestinal. El aumento de volumen facilita la estimulación y el alto contenido en agua favorece el avance y la eliminación. Tardan varios días en actuar. Entre sus efectos adversos se encuentran flatulencia, dolor abdominal, diarreas, nauseas y vómitos.
Laxantes estimulantes. Actúan por irritación local de la mucosa o por una acción a nivel del plexo nervioso del músculo liso intestinal, lo cual aumenta la motilidad. También actúan estimulando la secreción de agua en el intestino. Son de acción más rápida y sus efectos adversos más importantes son la pérdida excesiva de líquidos y electrolitos, pérdida intestinal de proteínas, hipocalcemia y mala absorción.
Laxantes salinos. Son sustancias iónicas que actúan atrayendo agua al intestino, con lo que se aumenta la presión intestinal provocando un estímulo reflejo que incrementa la motilidad intestinal. Su acción es muy rápida, actuando entre 1-3 horas. Contraindicados en casos de inflamación intestinal, menstruación, embarazo, enfermos encamados, insuficiencia renal y depresión del SNC.